Mérida, Yucatán, a 27 de septiembre, 2020
Querida S.S.
Hola, te escribo desde la sala, junto a los discos, tengo muchos papeles revueltos aquí y allá, tantos, que la gata que se asusta por cualquier cosa, corre y patina sobre ellos. No estoy escuchando ninguno de los discos, seguro entre todos ellos, entre Ellis Regina o Chico Buarque, habrá palabras y acordes que definan el o al amor; pero el tornamesa necesita una aguja nueva, así que escucho un CD. Hay algo especial en los formatos de antaño que no tienen las plataformas y formatos digitales. Puse a los Beatles, el White Album, porque es la banda más comercial del rock, quizás, pero también la más buena onda.
Ahora voy a derivar sobre la palabra “Amor”, menuda misión nos deja Humberto, palabra tan tomada a la ligera, discurso de novela, película y hit radiofónico; pero a la vez tan grande e inabarcable.
Creo que el amor ha sido usado como la mentira más grande, como el pretexto para engendrar las atrocidades más feroces que la humanidad le ha hecho a la humanidad misma. Cuando el amor es el discurso para enmascarar la lujuria por el poder y el ego herido de hombres insignificantes, nacen los tiranos; cuando el amor es el discurso para inflamar el pecho de las masas hambrientas, de los ciegos y de los sordos, se levantan ejércitos; porque cuando el poder habla de amor, en realidad utiliza el miedo. Por eso no debe pronunciarse, es un conjuro en la boca del orador hábil.
El problema es que hemos presentado el fenómeno amor como una realidad, como un hecho, como un suceso sujeto a representarse; en todo caso el amor sería un estado psíquico, un elemento de la naturaleza, quizá ondas.
El amor es una playa gris, un mar sin olas en el horizonte, la brisa y la bruma en la mañana. El amor también es una taza de café, dejar de fumar o reírse juntos. Pertenece a todos los reinos y a ninguno, es tan mineral como América, es pulso submarino; bioluminiscencia y el espacio entre los átomos. Es saber que después no hay nada y que ahora todo cuenta, pero que tampoco es tan grave.
Es también la justa rebeldía, defender la memoria y plantar el pecho. Quien ama no teme. La brizna de hierba y la fruta fresca, los cantos rodados y todos los azules de la noche, son los elementos que constituyen sus misterios; porque al final el amor es una experiencia, podemos sentirlo, pero no abarcarlo, reitero, no es de este orden.
Dime jipi, pero el amor, estoy seguro, es el mundo girando mientras la guitarra de George permanece llorando suavemente…
Con todo el cariño,
P.