30 de abril,
desde la tranquilidad después de sobrevivir a una estepa de ansiedad
Hola, A.,
Gracias por responder mi carta… creo que ni tú ni nadie del grupo me conoce. Algunos tienen ciertas relaciones o al menos han coincidido en un momento de su vida. En mi caso, sólo he intercambiado ciertas palabras con Y., pero la verdad no he tenido una relación con ella; incluso hace un año (cuando empezaba apenas el estrés de la pandemia, allá por diciembre del 2019), me la encontré en el HEB y cuando quise saludarla, me dijo que de lejos porque la iba a contagiar de COVID, jajaja. Yo me quedé un poco petrificado y respeté su decisión, pero después empezó todo lo que sabemos que pasó y todos nos volvimos muy obsesivos con el tema. Fuera de eso, no tengo ninguna relación con nadie.
Continuando con el relato de la vulnerabilidad, ahora que leo tu carta, debo de aclarar por qué quise hablar de ese tema. Creo que nunca he tenido una relación de amor con una persona y eso es difícil de aceptar (mi psicóloga me da mucha lata con ese asunto), y más que haber estado enamorado de alguien, he estado enamorado de una realización. A veces me da vergüenza hablar de esto porque es algo muy romántico e idealista, pero he aprendido que si muestras esas vulnerabilidades te vuelves más fuerte.
Mi enamoramiento fue con la idea de ser sacerdote. De los 16 a los 22 años estuve estudiando en el Seminario Arquidiocesano de Monterrey y realmente en ese momento estaba enamorado de esa realización, de esa entrega y de ese servicio. Por cuestiones muy duras (que quizás te contaré en otra carta, si te interesa) me corrieron, y la forma en que lo hicieron logró romper mi corazón.
Al final, esa situación fue superada, pero lo que no superé fue el tratar de enamorarme de alguien; es algo que se me complica y la verdad, cuando lo intento, empiezo a meter rollos existenciales que no ayudan mucho. He tratado de resolver este asunto siendo fiel, amoroso y dedicado con mis amigos, quienes de alguna manera sustituyen esa parte de amor necesaria. Suena trágico y cortante, pero es así como lo he vivido y eso me ha ayudado. Por eso hoy, a mis 43 años, mi forma de relacionarme con el amor es desde de la vulnerabilidad, porque con mis amigos me muestro como soy, con ellos me permito no tener filtros (aunque a veces sí los tengo debido a mis niveles de intensidad que ni yo puedo soportar en ciertas ocasiones). Creo que la única manera de amar (desde mi muy particular punto de vista y según lo que ha sido efectivo para mí) es siendo vulnerable frente a mis amigos, para de ese modo entregarme y saber que soy amado por lo que soy y no por lo que podría llegar a ser.
Duele a mi ego y a mi estructura de amor (esa palabra a veces me hace mucho daño… todo lo quiero estructurar, por eso quizás batallo al amar) ver la relación que hay entre X. y A. a través de sus cartas; esa dependencia, esa necesidad, esa delicadeza, que me resulta tan complicado entender. Lo único que hago es idealizar algo que no puedo comprender. ¿Será verdad que es posible amar a alguien más? A mí no me ha funcionado, pero no significa que no sea posible.
Y aquí estoy, permitiéndome ser vulnerable y contando cosas que no contaría en un curso donde no conozco a nadie. ¿Pero sabes por qué lo hago? ¿Por qué he decidido mostrarme vulnerable? Porque, estratégicamente (otra vez esas estructuras que tiendo a hacer en mi mente), mostrarme vulnerable es la manera de darme a conocer y sobre todo de ser amando y apreciado. Sí, yo sé que puede ser manipulador, pero es la única forma de amar que entiendo. Lo único que me queda es arriesgarme y sé que es más lo que puedo ganar que perder al mostrarme vulnerable.
Un abrazo y espero que podamos seguir conociendo y compartiendo experiencias.
E.