De A. para F.

09 de junio de 2021 

Federico, 

Sólo te faltó escribir “Jaque mate” y habrás pensado que me venciste retóricamente al asegurar que revelé mi jugada antes de tiempo y eso me ha dejado sin un valor para negociar, no tengo nada qué apostar y crees que ya perdí. Algo que pienso cada vez más a menudo

En algo tienes razón, no tengo nada que perder. Sólo quería satisfacer mi morbo, darle un poco de alimento a mi ego viendo cómo el delfín nunca ha encontrado ni encontrará lo que tenía conmigo. Me vas a asegurar que es feliz con su mujer, que tienen arreglos para preservar su libertad y que lo de la recién parida fue un pequeño error de cálculo que no da más problemas. Pero sé que eso no es cierto. 

Las piezas se han movido a mi favor, es mejor pensar positivo, tuve que viajar a nuestra ciudad y en la esquina del restaurante que nos gustaba, en la misma mesa donde tú y yo desayunábamos hace años, estaba el delfín sentado con un hombre pequeñito con quien seguro cerraba un negocio sucio. Era tarde, fui a cenar con amigas después de un velorio. Ahí estaba como siempre, vigilante. Vigilado. ¿No crees que hubiera sido fácil acercarme y saludar? Sí, hubiera sido muy fácil y la señora de rojo se hubiera enterado rápidamente (sus grandes ojos vigilantes no descansan), pero ya no. 

Mis latidos se aceleraron y preferí no beber alcohol, el alcohol me vuelve hablantina e imprudente. Hubiera ido, le arrebataría su celular y me hubiera anotado en sus contactos con el apodo de cariño que sólo él y yo conocemos. Le hubiera susurrado al oído un verso de nuestra canción y… 

Me he dado cuenta de que hoy es mejor no hacer ruido y observar. Yo con las manos vacías para negociar contigo tengo más y me sobra. No volverán a ganar un centímetro de oportunidad sobre mi espacio. Ahí sí, mejor amigo, puedo asegurarte que, al aceptar su protección, les has cedido tu poder y aunque la dama ya no se vista de rojo, es sólo un disfraz, como el mío de silencio. Soy buena usando disfraces, pero el delfín es mejor para arrancármelos. Tú lo explicaste bien, a veces nos gusta detentar el poder, a veces es necesario ondear la bandera, así que el que debe andar con cuidado es otro, el que cree que la señora ya no se considera poderosa y que es bueno estar cerca de ella y de su crío. 

Guarda estas cartas, amigo. Nunca sabes cuándo las puedas necesitar tú o el delfín, tal vez el día que decidamos dejar el silencio o la mentira (J). 

Te saludo, 

Aurora