De A. para H.

Hola, profesor Humberto,

Quisiera no comenzar con esta carta como si fuera un correo que le manda un alumno a su maestro para preguntarle respecto a un tema, de hecho, me cuestionaba mucho si debía escribirle o no, ya que por nuestra diferencia de edad le puede parecer aburrido leerme, sobre todo porque mi léxico puede no ser tan refinado como el de mis compañer@s que le escribieron con anterioridad. Sin embargo, creo que esta diferencia de edades es bastante adecuada para las cuestiones que quisiera abordar en esta carta. 

Hay algo bastante evidente en la novela que nos mandó y que por cierto me conmovió mucho, no lo había comentado en clase porque es el tipo de cosas que sólo quedan como comentarios y sentires personales que tal vez no aporten mucho para entender la semiótica y esa clase de cosas; pero esto es una carta, así que puedo tomarme la libertad de decir que fácil lloré unas cuatro o cinco veces al leer la novela. 

Bueno, ya no le haré más larga la cosa e iré directo al grano. Creo que hay algo constante en las cartas de A’ida y en lo poco que podemos leer sobre los comentarios de Xavier, y es la amistad, un tema encantador y complejo porque, ¿qué es un amigo

No pude evitar pensar en esto en la carta no enviada de A’ida, cuando con otras mujeres construyen una barricada; en la carta del funeral, cuando A’ida le manda tres o cuatro jabones a Xavier (al principio pensé que era por esta cosa de las cárceles donde los objetos se convierten en algo equivalente al dinero, pero en realidad era para que Xavier los compartiera con sus compañeros de cárcel); y obviamente al final de la novela, donde hay una lista de nombres escrita por el autor. 

Y es que, tal vez todas estas personas no podrían considerarse “amigos”, pero de alguna manera tampoco es difícil verlos como tales, ya que comparten algo en común, ¿qué es? No tengo ni idea, mucho menos sabría ponerlo en palabras, pero es lo que de alguna manera puede poner en el mismo círculo el amor, la amistad y una rebelión.

Imagino que a lo largo de su vida habrá conocido muchas personas y tal vez no a todas las habrá considerado sus amig@s, así como también habrá perdido a personas que ocuparán ese lugar en su corazón que sólo un amigo puede. Por mi parte, nunca he sido una persona de muchas amistades. Hasta hace unos pocos años me propuse ser más amigable, y si bien entiendo la diferencia entre un amigo y un conocido, me gusta considerar a las personas a mi alrededor como mis amigos o tan siquiera a quienes me han mostrado una sonrisa amable y un corazón sincero. 

Puedo asegurar que la amistad ayudó a A’ida a sobrellevar más la melancolía y el abatimiento. 

Sin más que agregar, espero se encuentra bastante bien y que los calores de Monterrey no le sean tan insoportables. 

Atte.: A.M.O.O.