De A. para H.

11 de mayo, 2021 

Humberto, 

Con la cita de Kafka me has recordado un poema que me gustaba mucho por su sencillez. He buscado entre mis libros hasta enfadarme y no lo encontré, era un poema que el autor dedicaba a la esposa y la comparaba con una milenaria torre, un libro sobre China y una botella de vino, para concluir que seguiría amándola aunque la torre se derrumbara, el libro fuera aburrido y el vino se hiciera amargo. Pienso si el chocolate se conservara o no, debió ser eso, una arbitrariedad que no afectaría el sentimiento ni el recuerdo de haberla conocido. 

Ya imaginé los platos de tu familia, con un diseño modernista del siglo XX. Imaginé a tu madre y su voluntad. Nombramos las cosas, retenemos las cosas; sustituimos temporadas de nuestras vidas con objetos, temporadas que incluyeron personas, afectos, estados de ánimo. 

Estuve investigando el origen de mi platito de los venados y son copias de diseños antiguos que se empezaron a reproducir en cerámica barata llamada en inglés ironstone china desde 1851 por J & G Meakin. En los 1970s, dicha compañía, establecida en Staffordshire, Inglaterra, produjo masivamente diferentes colecciones basadas en dichos diseños y añadieron leyendas en los sellos de la marca para mencionar sus “colores permanentes” o que eran “resistentes a la lavadora de vajillas” (mi plato sí dice eso). Fue en esa época que la compañía fue adquirida por una más grande, Wedgwood Group. Hacia el año 2000 dejó de usarse el nombre Meakin como marca y se usó sólo Eagle Pottery, la cual cerró sus puertas en 2004 cuando la producción se cambió a otro país. La fábrica fue demolida en 2005. Me imagino ese tipo de fábricas en las imágenes de tu vajilla. 

(Si la historia de la fábrica inglesa de vajillas que cambió su producción a otro país en 2004 hubiera sido contada de A. para X., muy probablemente encontraríamos un comentario o datos duros sobre las maquiladoras en países del tercer mundo al final de la carta). 

Ahora sé que el plato de mi abuela no es de porcelana fina, ni fue pintado a mano, sino que por el contrario, fue parte de esas vajillas populares vendidas en el mercado inglés, estadounidense y neozelandés en el siglo XX. También puedo constatar cómo mi abuela prestaba atención a los diseños de los platos que compraba. No tenía las vajillas completas, compraba platos sueltos porque no tenía dinero para comprar todo el juego, pero sí se daba tiempo y gastaba plata en escoger algo que ella consideraba daría a su vida ese realce de buen gusto que una persona de cierta clase y educación debía tener. Sigo desayunando en el plato de mi abuela, incluso busqué en Ebay y se venden platos sueltos de diferentes colecciones de esa marca, aunque el diseño de los venados no lo he encontrado. 

Despertó mi curiosidad cuando mencionaste la aralia sieboldii ¡Qué bella planta! Sus hojas simétricas y perfectas con nueve puntas ahora en un jardín ajeno (que siempre es más verde, le he dicho también a Atenas). 

Que el volumen se mantenga bajo y constante, 

Aurora