De A. para S.

09.12.2020
San Francisco de Campeche, Campeche.

Querida y fascinante S.:
No quiero irme sin dar respuesta a tu cuento-carta que me despertó mucha curiosidad y me deja con ganas de conocerte más. Antes que nada quiero agradecerte porque tu carta fue como recibir un recordatorio e invitación a la pausa, nuevamente detenernos a contemplar. Respondiendo a tus preguntas: sí, he dejado de correr para ser contemplativa; sí, ahora busco-encuentro respuestas para mi alma (afortunadamente siempre las hallo adentro y no afuera de mí).

Hace un mes, mi guía de meditación reanudó las sesiones (con tooooodas las medidas sanitarias que ya conocemos); yo brinqué de emoción, como cuando somos niñas y sabemos que iremos al primer día de clases, al inicio de un nuevo ciclo. Muchísimas cosas han cambiado en mí (y seguramente en todxs), me he vuelto más sensible, sensorial, despierta, atenta y paciente. Desde el primer día del nuevo ciclo de meditaciones he recibido mensajes que al principio me asustaron (porque dicen que lo que desconocemos es lo que nos da temor), pero que día con día he logrado descifrar, interpretar y usar para mi beneficio. Creo que estoy evolucionando hacia algo más que un cuerpo físico (no sé cómo explicarlo, pero estoy segura de que tú me entenderás).

Circe nos preparó un antes de una de las meditaciones, fue un festín para todos mis sentidos, podía saborear el mundo en mi boca, oler el viento, ver las más altas montañas con un sol rojo y enorme, sentir la lluvia en medio del campo y por supuesto, escuchar las olas del mar, mi eterno llamado…

Creo que ahora esta es la vida, estos momentos pequeños e íntimos que lo son todo. Deseo muchos de estos momentos para ti, Sisu.

En algunas sesiones te visualicé, no fue producto de mi imaginación, como si estuvieras ahí y por eso decidí compartirte esta pequeña historia. Siempre que te veo, admiro y contemplo la serenidad que hay en tu rostro, hay algo en los ojos de las personas especiales y me parece que tú lo tienes, desde que te conocí lo percibí, pero creo que ése no era el momento adecuado para decirlo. Gracias por tu presencia y por el cruce de tu camino en mi vida. Seguramente que también traes más mensajes, porque el primero fue el de la meditación del perdón cuando este ciclo de correspondencias inició. Gracias.

A veces, cuando canto el OM, vienes a mí y sonrío.

Abrazos con mucho cariño desde la habitación con olor a eucalipto, sándalo y pachuli.

ACT