De D. para A.

Domingo 12, 2021 

Mérida, Yucatán 

Estimada Amaranta, 

Un saludo cordial. Fue un gusto escuchar tus comentarios acerca de las cartas, tu análisis, y el texto en nuestro encuentro del 30 de junio. Durante el transcurso de dos días, mientras leía, comencé a escribir varias cartas sin nadie en mente, con diferentes temas; tal como Mina hizo en las semanas pasadas y con el mismo resultado. Entre ellas, el amor, el poder, la publicidad, las relaciones, el rencor, la mentira, el secreto, la sociedad, la política, el gobierno, la economía, el miedo, la ansiedad, la soledad, los valores, la conciencia, las creencias, la necesidad, la diplomacia, los escapes, la degradación, la enfermedad o la debilidad mental o física, el prestigio a causa de la relación y la difusión pública, entre otros temas, llegaron a formar parte de ellas. 

Me recibió la mañana del domingo y aún no me decidía a quién escribirle o cómo empezar. La breve interacción entre el grupo en el espacio virtual, hace un poco difícil la tarea de crear un espacio íntimo con alguien por escrito; sólo llegamos a conocer a los demás por sus comentarios en relación con las cartas de una narrativa de ficción, o en lo personal compartido con alguien específico sobre sus experiencias. 

La lectura de Una forma de vida me hizo tornar la mirada hacia afuera, y pensar en algunos de los procesos que nos presenta. La voz excitante de Humberto invitándonos a ser partícipes de un diálogo lleno de sorpresas, lograba alimentar mi curiosidad para ver cómo y dónde encontraría la entrada a este proceso en el cual yo me incluiría como parte de un diálogo que otros posiblemente leerán el día de mañana. 

El tiempo cambió de repente, sentada en mi escritorio oí los truenos estremecer la ciudad. Escuché el portón cerrarse y uno pasos que se alejaban en una carrera, hasta quedar en silencio. Esto hizo que viviese más la memoria de las cartas entre Melvin y Amélie, y que me enfocara en los comentarios que ella divulga sobre su proceso al desarrollar esa relación. 

La seducción aquí tomaba su forma en el espacio, entre el perfume del tabaco, la esencia flotante del aroma sagrado de manzana y canela en forma de incienso, la música en piano y lírica compuesta para la ocasión, el brindis que en las diminutas copas contenían la esencias de miel y anís, y su voz formando frases que enlazaban los deseos, igual que aquella luz roja calada con sombras que hacía del espacio un nido. 

La casa guardaba en aquel cuarto azul y rojo, con puertas cerradas, el misterio de la noche; sólo su voz riendo tenía forma, y su forma abarcaba el espacio. Afuera llovía, y rápidamente, las calles se convertían en riachuelos, forzando a contenerse todo bajo la protección de las paredes por un momento más hasta que parara de llover. Las diez marcaban la despedida y al cerrarse el portón, un trueno alumbró el espacio que había quedado en silencio tras la despedida, como poniendo punto final a la noche. El relámpago quería romper el confín del espacio y la luz blanca traspasaba el cristal iluminando brevemente la biblioteca. Curiosa, me detuve, levantándome de la silla donde había permanecido toda la noche desde la tarde, y me asomé a ver si podía, desde ese lugar seguro, observar lo que ocurría en la lejanía. Coloqué la mirada en el espacio blanco y me encontré en un avión con destino a Baltimore, en un viaje que parecía ser un final, pero sólo marcaba la continuación de un enlace. ¿Cuáles eran mis creencias y qué evidencias estaban frente a mí? 

El orgullo era la causa de tantos dramas, y parecía tener un papel fuerte en la vida de Amélie Nothomb y Melvin Mapple, así como el deseo de ser más de lo les permitía su piel, su cuerpo, anclado a su vez por el deseo de sobrevivencia. 

Las voces compartían relatos cotidianos que cada minuto tejían la textura de una relación floreciente. Un desconocido recluso y una famosa, los dos en realidad llevando una vida solitaria. 

En un instante me encontré en la cabina de un avión con destino a Baltimore, la mujer sentada a mi lado, llenaba como yo la entrada de inmigración. En ese instante algo de ella cambió. En su mesita había un libro y varias cartas abiertas. Habíamos tenido un intercambio. Las dos entusiasmadas de conocernos, habíamos compartido cada una un amplio y al mismo tiempo breve resumen de nuestras vidas. Supe que ella era una escritora e iba de camino a encontrarse con su más fiel admirador; yo trataba de encontrar la narrativa para una obra que quizá iba a ser parte de un trabajo conceptual o literario. 

Mientras los minutos agudos se desenlazaban, Amélie Nothomb considera su posición y nos anticipa un peligro que en realidad era inminente tanto para ella, como para Melvin; y hasta podría involucrarme por aproximación e interacción, aunque yo sólo hacía una escala. 

De inmediato, la movilización de las autoridades, la investigación, reflejarían la posibilidad de un trastorno mental en ella, causado probablemente por el cansancio y el estrés. A menudo, lo locos declaran grandes hazañas, pero ante los ojos de un agente experto no se cuela cualquiera, por más ingeniosa que sea su imaginación aplicada a la mentira y al drama. El Polygraph detectaría sus mentiras, cualquier respuesta que no encajara. Cualquier movimiento fuera del contorno de lo normal reflejaría los confines de su interior. Su pulso, su respiración, su presión, crearían una imagen que definirá si su declaración es aceptada o no. Cualquier reflejo de los ojos o movimiento en falso sería registrado por los ojos vigilantes de un experto agente en la frontera. 

En realidad, Amélie Nothomb sabía que su editorial estaría pendiente de ella, como siempre lo hacía, porque ella representaba una inversión; tanto su personaje como su historia estaban contenidos en una forma de caja negra. El poder de su triunfo y su trayectoria (sus obras), existían fuera de ella, y Melvin se lo había comprobado. Su ir y venir también dejaba expedientes. En realidad, declararse culpable de un delito sólo demostraba un acto deliberado o un lapse de crisis de un ego fracturado. Amélie está consciente de que la declaración sólo iba a hacer que el tiempo se detuviera y desacelerara para ella, permitiéndole un descanso, y tal vez la oportunidad de hablar de su pasado; al final, el resultado serían aún más preguntas, no un verdadero escape que la liberara de aquello que la mantenía atrapada. Un abogado defensor de criminales de inmediato sería asignado por el distrito que defendería su caso. La declaración sólo aceleraba un proceso y aseguraba un caso en la corte. Declaraciones, evidencias recopiladas, cargos en contra y a favor, tienen que ser probados como verídicos. La prudencia sería ejercitada en el procedimiento y la rutina de un oficial de turno. 

Únicamente para los poderosos es la historia una línea ascendente, donde su hoy es
siempre la cumbre. Para los de abajo, la historia es una cuestión que sólo puede
responderse mirando hacia atrás y hacia adelante, creando así más preguntas.


El acto sólo comprobaba que su imaginación le fallaba, y Melvin era más ingenioso que ella. Los detalles comenzaban a evidenciar las fallas en su habilidad para construir realidades alternas. Ligeramente murmuraba su historia, que queda enlazada en el texto conectando su pasado con su presente, su consiente con su inconsciente. Era una venganza tejida y escondida en un papel verde, porque Melvin Mapple había extorsionado a su hermano y sus comunicaciones comprobaban sus deliberados actos. Howard Mapple era la víctima atrapada entre dos cuerpos, uno anoréxico deseando sacar lo que guardaba escondido (aquel recuerdo que la ahogaba en un mar violento), y el otro un obeso creando la forma de obtener poder y salir de su estado inerte. El miedo, el deseo, la curiosidad, el trauma, palabras que aprisionan y dejan huellas, cajas fuertes y celdas, que se experimenta entre los confines de la piel narrando la historia que nos invita a reflexionar en nuestra vida mundana. 

Sabes, Amaranta, esto me hizo pensar en el comentario que un amigo hizo mientras compartíamos un brunch el domingo. “¿Escuchaste las noticias, que en Beverly Hill, California, los agentes del FBI tomaron posesión de las cajas de depósito en varios bancos, sin tener pruebas de las alegaciones?”. En ese instante volteé a mirar a mi compañera de cabina y noté que su declaración migratoria marcaba “SI” a todas las preguntas. Salí del avión preguntándome, ¿cuál sería el verdadero desenlace? 

Ayer, de camino a casa, pasamos M. y yo por el espacio de mi amigo A. quien acababa de regresar de su casa en Cancún. Teníamos ganas de vernos y de que nos contase sobre el descubrimiento en su propiedad. La excavación había desenterrado una cueva. No sabía aún qué era su contenido, pero prometió contarnos toda la historia durante la cita que hicimos a las 7 p.m. y a la cual nunca llegué. 

Amaranta, te veo el jueves. Mientras, nos leemos. Gracias por dedicarle tiempo a mi carta. Hoy espero la lluvia con entusiasmo. Quiero bañarme de su energía. Que tengas una linda semana. 

Diana