De D. para D. y K.

Mérida, Yuc., 24 de octubre, 2020

Para D. y  la otra K.

Escarbo entre mis palabras, ¡nada! Miro entonces por la ventana y los encuentro. Contemplo sus palabras que se cruzan, trenzan formas en mis pensamientos. Con mi imaginación los atrapo, los estiro, los absorbo, sustituyo sus silencios con los míos, con un sabor distinto. Salen por mis ojos y cuelgan filamentos de viento, viento que se pasea por las copas de los árboles en Cherán y se introduce por sus raíces. Vibran con el mantillo, sacuden la hojarasca que se eleva y su sombra tiene forma de ballena, ballena que danza mientras un pato los observa.

Un ruido me arranca de ustedes, percibo con dificultad unas luces que se acercan. Las llantas patinan por el hielo y la nieve parece venir detrás. Subo al vehículo sin pensarlo, pero la nieve nos alcanza. Lo último que vi fueron los ojos quietos de la conductora. Abro los ojos y todo se ha ido.

El sol se estira en una esquina, parece una araña que se escabulle por los cristales de mi ventana. Las imágenes aún las siento sobre la piel, pican. Repaso cada una con mis dedos, dibujando en el aire para no olvidarlas.

Las encapsularé en mis dibujos.

6:15 a.m. (D)

Mérida, Yuc., 26 de octubre.

Para D. y K.

Terminé de leer el libro y siento una enorme necesidad de reclamarle a alguien, por eso les escribo sin permiso. Son las 2:00 p.m., la sopa se cuece, corto tomates y cebollas, y mis emociones se mezclan con lo que cocino.

Lo acepto, fui un Boaz en algún tiempo, con la ferviente necesidad de ser sin ataduras y sin reglas. Luego me puse los ropajes de Michel, siguiendo lo establecido, encajando en moldes diseñados por otros y cumpliendo como quien marca una lista de compras. Pero en mi interior se agita un poco de Alec, simulando fortaleza en mi fragilidad. Sin embargo, en este instante, quisiera ser como Ilana, sin preocupaciones por las miradas ajenas, construyendo mi vasija de la felicidad a mi forma y a mi gusto. ¿Qué tan lejos estamos de las vestiduras de estos personajes?

Así es la humanidad, descarada, cínica y al mismo tiempo frágil, bondadosa y entregada. Nos mordemos, nos besamos, nos miramos y fingimos no hacerlo. Somos piezas en un único tablero, a veces con poder, a veces delegando, a veces sometiéndonos a cualquier nombre, con cualquier pretexto.

De momento tengo la necesidad de un abrazo, de los abrazos pendientes que se acumulan en cada uno, los que David contabiliza todos los días; y de escuchar música en el vehículo de Karla mientras se desliza por los caminos cubiertos de nieve. Gracias, aquí los recibo y escucho.

Continuaré con mi dibujo cuando termine de comer. Dibujaré el pato de Andy y el viejo Renault de Karla. Aún no decido cómo se los mostraré.

2:40 p.m (Di)

Para D. y K.

29 de octubre, 2020

La madrugada me espera. Hoy no quiero ir a ella.

Me despedía del 29 de octubre hace apenas unos minutos. Termino los últimos detalles de mi dibujo y me siento feliz. Pensé en capturar las imágenes en mi vasija. Les pido que visualicen la vasija con los colores que más les gusten y del material que quieran.

Antes de dormir, leeré de nuevo la carta de Humberto. Cada vez que la leo siento que entro en un caleidoscopio que me traga, me agrada la sensación.

Estoy buscando el libro Las gomas de Robbe-Grillet, aún no he dado con él. Quisiera una de las gomas del personaje, palparlas, medirlas, para ver si me encajan. Es posible que aprendamos a diseñar nuestras propias gomas y a tapar con ellas los baches del camino.

Curioso el poder que entregamos a otros sólo por amarlos.

12: 43, 30 de octubre, 2020

(D)

P.d. Les dejo mi vasija en la siguiente hoja. Trátenla con cuidado.