A la cuentista
Estoy escribiendo esta carta con una incógnita muy grande. La dirijo a ti, amiga cuentista, que, aunque no recuerdo tu nombre, me interesó la labor que has desempeñado en la edición de cuentos infantiles. Como a ti, me gusta la literatura escrita para niños, generalmente selecciono alguna novela corta o cuentos para compartir con mis alumnos o para leerlos en voz alta para ellos. Creo que todo empezó cuando trabajé como coordinadora de un curso de creación literaria para niños y desde entonces conservo en mi biblioteca algunos libros que releo ocasionalmente.
En relación con el amor, te puedo decir que soy una mujer enamorada y creo que el amor es la bujía que nos mueve diariamente, la vida es uno de mis grandes amores. Sé que existen varias formas de amor: el amor a Dios (que da sentido a nuestra vida), el amor filial, a nuestros padres, hermanos, amigos y parientes; y el amor a nuestra pareja (eros). El personaje de A’ida me gustó mucho por el gran amor que mantuvo hacia X., por esa manera en que compartía su cotidianeidad con él. Cuando amas a alguien, te gusta que sea parte de tus detalles, si quieres pequeños, pero son los que le dan sabor a nuestra existencia; creo que escribirle cartas era parte de su catarsis para no sentir la ausencia.
Sin rayar en la cursilería, creo que todo ser humano necesita experimentar el amor, en cualquiera de sus formas. Por ejemplo yo, como expliqué en mi presentación, amo caminar, me gusta correr, encontrarme con los colores de los amaneceres o los atardeceres, y mantener ese diálogo interior, la meditación que alimenta el espíritu, la alimentación visual que hace que se empodere el alma. No sé qué pienses tú del amor, me imagino que por tu profesión y lo que has realizado en los cuentos infantiles tienes un gran amor por los niños; aunque puedo equivocarme, a lo mejor lo que sientes es un gran amor por escribir, pues es algo que, como mencionaste, hacías desde tu niñez.
En estos días estuve realizando un ejercicio memorístico sobre los conceptos que tienen niños y adolescentes sobre el amor, y recordé unos versos que algunas de mis amigas de secundaria escribieron en mi cuaderno, algunos de esos versos decían:
Qué es el amor
pregunté un día
a un alma que sabía
y me dijo
de angustia llena
amor es llorar de pena
y sonreír de alegría
Las coplas también eran grandes oportunidades para hablar del amor, y pasábamos notas con algunas de ellas en nuestros cuadernos: “del cielo cayó un pañuelo, bordado de mil colores, y en cada esquina decía, eres el amor de mis amores”. Estas eran unas de nuestras primeras concepciones del amor, así como los juegos, los amigos y los primeros amores que hasta hoy dibujan sonrisas y brillo en los ojos al remembrarlas.
Bueno, pues no creí que una carta para hablar del amor me iba a permitir regresar las páginas del libro de mi vida en mi memoria, pero fue un buen pretexto; desempolvar telarañas es un buen ejercicio y el deseo de leer las cartas de todos despierta una gran curiosidad en este curso. Las cartas de A’ida para X., como otros libros sobre cartas, me parecen geniales, muy similares en su estructura a los de los diarios; ambos géneros fascinantes.
Saludos afectuosos,
Flor
Tecate, Baja California 18 de octubre, 2020.