De G. para R.

17 Junio del 2021.

Casi día del Padre; presente esta vez, no como Alec.

Para el buen Tío R.:

Sin duda estudiar la lectura de estas novelas desde la perspectiva más amplia es algo que he aprendido de todo lo que dices y escribes. O quizá sólo sea que esté depositando en ti una idea que proviene de alguien más, o de todos, pues también tengo la sospecha de que el grupo que se ensambló para este laboratorio ha sido curado con el fin de optimizar el desarrollo del mismo, funcionando con partes que se equilibran unas a otras para obtener resultados creativos y valiosos: una persona describe la aventura de correr por la lectura con los oídos tapados, oyendo sólo las voces de Amos y las propias (que de por sí estaban dentro de la cabeza); otro participante hace un análisis sintáctico y su función en los propósitos de la novela (los otros propósitos, que no sean contar una historia por contarla), otra laboratorista más enumera los datos enciclopédicos y sus conexiones con la ficción de la novela; y ya te das una idea. Vaya, que cada uno de los que conformamos el grupo aporta algo que el otro no podría aportar  al menos. Al igual que le asignaste poderes especiales a tu familia, como la generosidad de tu abuela Mariquita o el respeto de tu papá, todos aquí tienen un poder, lo explotemos o no.

Tu carta a M. del 16 de Junio me hizo preguntarme ¿qué poderes tiene cada quien en este grupo de aventureros epistolares? Si no lo pensé antes quizá sea por lento, o porque perdí de vista mi objetivo personal en este laboratorio que era domesticarme como amigo de alguien (a la manera del zorro de El principito). Ahora que sólo quedan 3 sesiones por delante lo repienso. Incluso la idea de amistad o intimidad puede cambiar de curso (pervertirse, con la definición de perversión moldeada en el último video chat grupal). 

Creo que solemos pensar que la amistad tiene que ser desinteresada, que no tiene por qué tener intenciones específicas y no esperar nada a cambio. Pero quizá no sea así. Ahora pienso en qué es lo que puedo aprender puntualmente de cada uno de ustedes (digo cada uno de ustedes en vez de ti usando lo de la perspectiva de unir las partes del todo después de emocionarme por dentro con las subidas y bajadas de la novela). Y es aquí donde cabe la trasparencia otra vez, incluida la de saber que todos en el grupo pueden leer esta carta; aunque la razón, la congruencia digamos, de por qué te la escribo a ti, quizá ya haya sido descubierta por alguien, por ti mismo tal vez*: 

En marzo de este año comencé a ir a terapia psicológica y eso es todo un ejercicio en sí mismo; pero la aventura que más me ilusionaba era la de adaptar mi taller en donde antes había un “Establo”. Eso mismo era hace varios lustros: un establo con animales, tractores, trabajo que hacer y muchas piedras grandes amontonadas en espera de ser cimientos. Poemas como los de Pedro M. y los de Amos, describen el esplendor petrificado de las casas devoradas por el tiempo, casas que me recuerdan, con todo y personaje principal, a la de la novela El otoño del patriarca, una ruina de ideales y luchas antiguas iluminada por un sol que se niega a superar su propio ocaso.

Hace un par de semanas me desilusioné. Tuve un accidente financiero y me quedé sin un centavo. Tuve que repensar lo del taller y lo de la terapia (cuesta más de lo que parece); y de paso lo de los laboratoristas epistolares. ¿Me habré creado mentiras para darle propósito a cosas que no lo tienen? Ahora la estrategia del taller es adaptar la cochera, la terapia tendrá una etapa de práctica de campo en donde usaré todo lo aprendido sí o sí hasta que pueda reanudarla, y la idea de hacer amigos en el grupo de las cartas se transforma en lo que, desde el principio proponía el canon de H., tomar prestadas las sintácticas y las semánticas* para crear algo nuevo en la marcha, algo útil claro, como dotarme de comentarios interesantes para acercarme a hablar con mi papá sobre el video de Cristiano Ronaldo y la Coca Cola (marcas registradas, ¿hay algún problema, editores?) que él veía mientras cenaba solo. Platicamos de nuevo (de verdad platicar) después de varios días sin hacerlo y eso vale mucho. Fútbol de la Champions (otra vez) que disfrutábamos cuando teníamos cable, el valor de los likes en la mercadotecnia actual y que él me enseñó a jugar ajedrez. Hablando de ajedrez, tengo la sospecha de que sabes jugar. Si es así, quizá te interese una partida por correspondencia o por algún método a distancia: 

1.-Blancas mueven peón a e4.

Si me equivoqué de interpretación o no te interesa solo di “paso”, porque pasar el turno es salirse de las reglas del ajedrez, uno no puede. Pero aquí sí se puede, se pervierten las reglas, a veces para bien de todos. 

Tomo prestada tu ausencia de la vez que te fuiste a vacunar como ejemplo para demostrar que se necesita de un interpretante en específico para escribir el mensaje preciso (lo cual, ahora que lo pienso, es el tema de esta carta). En esa sesión, E. explicó que te confrontó por estar dibujando mientras los demás hablábamos, y como ahora realmente no estabas en la sesión para aclarar las cosas, pues nos quedamos sin saber más, nos quedamos en una intimidad a medias. Quiero ver ese dibujo. El mío de la última sesión es este que te mando (16 de Junio 2021). Resulta que una de mis notas sobre ti en la primera sesión fue que tú te considerabas insensible. Quizá en ese dibujo tuyo haya pistas.

Candidato a sobrino de a mentis, herramienta o amigo.

Gibrán.

“R. M. Diseño industrial y artista. Nunca ha escrito nada, lo dejó porque no tenía nada que decir. Cada vez que intenta escribir acaba dibujando. Quiere ver el texto como una herramienta que modifica ideas y comportamientos humanos, cambios en la comunidad. Dice que tiene una coraza muy dura. Está en guerra contra todo y dice ser insensible”.