De H. para E.

O mne rozbil 

(roto al contacto conmigo) 

Ese cántaro ya estaba roto 

mucho antes de ir a la fuente. 

Franz Kafka. Cartas a Milena 

Hola, E. (tomo tu forma de saludar). 

He releído tus cartas y he de decir que realmente me gustan tus desplantes expresivos. Sin duda estoy de acuerdo contigo en la idea de que en la vulnerabilidad se engendra la fuerza, y ahora (siguiendo nuestro tema) pienso que también el poder. Conozco muchas personas, compañeros artistas que inician la temática de trabajo desde el trazo irremediable de un desorden, de una deficiencia, de una debilidad. Tengo que decir que la mayor parte de mis instalaciones ha nacido de esa manera. 

En mi experiencia he descubierto dos diferentes formas de reconocer lo vulnerable. Puede ser algo que nace del interior o al contrario, que parte de lo externo. Creo que ambas interactúan. 

Como ejemplo de algo interno pienso en una parálisis de cuerdas vocales que me hizo producir una rara serie de imágenes. Hace 20 años perdí la voz a la mitad de una conferencia y a las dos semanas supe que era algo mucho más difícil que una simple afonía. De ahí, fui a un consultorio especializado para que me ayudaran a fotografiar mi vulnerabilidad interior, mi parálisis. No podía hablar pero tenía una pieza, una serie fotográfica que para algunos mostraba una flor y para otros una vulva.

Como ejemplo de lo externo te narro una historia con más detalle: recuerdo la primera vez que llegué al hotel Francis Drake en Campeche; me habían invitado a realizar un proyecto educativo que implicaba visitas continuas por cierto tiempo. Me pareció un lugar agradable, con un lobby decorado con la simpatía y elegancia regionales. Mientras esperaba ser atendido en la recepción, recargué mi mano en el respaldo de una silla de antiguo estilo cercana al primer ventanal con vista a la calle.

Asombrosamente, el remate superior izquierdo estaba flojo. Se movía sobre su eje en ambas direcciones con una facilidad asombrosa. No lo podía creer… ¿cómo una pieza tan pequeña, simple y vulnerable (si desapareciera) podía ser tan necesaria? Mientras jugaba con ella podía observar frente a mí el extraño retrato de Francis Drake, sin duda realizado por un pintor de la región que de alguna manera había sintetizado la efigie del pirata en una paleta colorida de corte ciertamente naif. La cabeza tal vez un poco chica y la pierna tal vez descoyuntada. ¡Yo estaba enfrente del rostro de un corsario que dejaba casi suelta una pequeña pieza de su hotel! Eso sin duda era la llave de un secreto que tendría que descubrir… cada mes llegaba al mismo lugar y jugaba de nuevo con el remate de la silla. Siempre me asombraba de que nadie lo hubiera tomado.

Según sé, Francis Drake nunca llegó a Campeche; se quedó cerca deteniendo a los barcos piratas españoles, porque él (dicen los lugareños) era un corsario inglés (no un pirata) rescatando el oro que le quitaban a los mexicanos. Pero cuando llegó Drake a la ciudad de Campeche, ésta llevaba 37 años de fundada (digamos que era un pueblito) y pertenecía a la Nueva España. ¿Podíamos pensar que era un México vulnerable y que los españoles lo estaban saqueando? A saber… 

Después de casi dos años se acabó el proyecto sin obtener, digamos que, un muy exitoso logro. La última mañana en el lugar: el hotel, el cuadro, la silla y el remate siempre flotando. ¡Hay días en que no entendemos la historia de la que hemos sido parte! Ahí, yo era tan vulnerable como esa pequeña pieza y entendí por qué temía que alguien la identificara y la quisiera robar. Ahora yo había recibido el poder para hacerlo. La metí en mi bolsa y partí. Un día después mandé a tallar un remate “fake” para remplazar el robado. En realidad no era nada contra el hotel. 

Hablando de vulnerabilidades y transición de poderes, no pude regresar, pero le pedí ayuda a un amigo para ubicar el nuevo remate. Le sugerí que fuera discreto pero pusiera un pegamento fuerte. Tal parecía -según me dijo- que nadie se había dado cuenta. En la actualidad (un poco pirata… ¿corsario?) colecciono remates flojos de sillas y, ya robados, trampeados, cambiados, los guardo en antiguos capelos. 

H.