De H. para F.

F.

Habría un día en que pudiera contestar una carta que fuera para ti. Has puesto las cajas sobre la página y eso me regresa a una preferencia parecida a la tuya en la voluntad de coleccionar cajas. Tú explicas que metes en cajas ideas que delimitan tu conciencia de algo, de alguien (así lo entendí yo). Ya cerrada la caja, pienso que guardas en la oscuridad la potencia latente de la memoria.

Hoy, frente a tu carta, me doy cuenta de que he dedicado mucho tiempo a las cajas y jamás pensé que la oscuridad fuera un elemento relevante. Eso para mí es un hallazgo. Siempre me interesó ver la caja como un instrumento de separación del espacio o como una estrategia de atracción temporal sobre lo presente y lo ausente, trato de explicar: todo aquello que ya he terminado de asimilar por un determinado tiempo, lo meto en una caja y ya está. La caja produce un ritmo clasificatorio que nos hace creer que lo real existe, pero se conserva guardado u ordenado.

En ocasiones la caja se mantiene cerrada porque la obliteración aligera la conciencia del universo percibido, a veces permanece abierta y tan sólo regula la atracción de los cuerpos.

En el 2002 realice una estancia de producción en Omaha. Me hospedaron en el Old Market, un estudio con una gran ventana dirigida a una calle de antiguos almacenes. Exactamente enfrente de esta ventana, cada semana aparecía una gran caja abandonada con residuos de empaque en su interior. Siempre era una distinta y todas ellas eran muy parecidas, sólo cambiaba la cantidad de desperdicios de envío y la ortogonalidad de la estructura (algunas quedaban un poco chuecas después de haber sido vaciadas). Yo pensaba que era una suerte de calendario que daba orden a un mundo otro en el que podría participar si lograba entenderlo. Así, hice una serie de fotos (una en cada cambio semanal) y de enunciados que pretendían comprender lo que sucedía.

El proyecto lo terminé ese mismo año; fueron siete semanas, siete imágenes de gran tamaño ( 170 x 100 cm. c/u ) y un texto que integraba la pieza completa.

Anexo el conjunto de proposiciones que dan una idea de lo que sucedía en mi mente y agrego una de las fotos para que puedas imaginar “un algo” de aquel paisaje:

BOXES

Proposiciones:

1. Presencia:

El tiempo se vive en cualquier cosa, con cualquier algo, que en su límite de clausura demanda memoria.

2. Ausencia:

El espacio se mide en cualquier cosa, con cualquier algo, que en su imposible aproximación deviene deseo.

3. La interacción de los planteamientos anteriores produce cajas negras

 (cerradas-abiertas, llenas-vacías, propias-ajenas, evidentes-secretas,

 singulares-seriadas) de donde surgen resultados detectables pero inciertos:

3.1. La ausencia presente crece al decrecer el objeto.

3.2. La presencia ausente crece al desconocer el objeto.

3.3. La ausencia ausente crece al identificar el objeto.

3.4. La presencia presente crece en la imaginación del sujeto

4. La gramática ausencia/presencia no es un problema de la realidad, sino de las mentes que pintan de azul el agua del mar.

 H.