De H. para M.

Querida M.
Tu carta me ha dejado en varios lugares a la vez. En principio, siguiendo la propuesta de la bruja jugando al tiempo” veo con claridad cómo muestras la cercanía de lo lejano. Narras el pasado como algo actual, casi como un hoy contenido en diferentes cartas, seres, días. Creo que eso parte de una extraña (término positivo) manera de sintetizar el afecto.<x/p>

Recordar siempre sintetiza un hecho, pero lo difícil es regresar las acciones pasadas con cierta soltura. Yo, por ejemplo, recuerdo en paquete el día que murió Martha, está en el mismo año en que terminé mi maestría y en la misma época en que me subí a aquel barco y recorrí un negro lago con un miedo pavoroso en el alma. Todo en el mismo paquete que esconde al centro (como hueso en el aguacate) todo lo que creí que amaba pero falló. No fallaron las cosas ni los hechos, fui yo el que no entendía cómo usar un término que servía para todo pero que, a cada instante, insinuaba un poder desmedido o el logro previo al abandono. 

Hablar de amor tal vez debería ser más fácil, no hay duda de que esa palabra es el terrible emblema del poder pero también, y de manera más positiva, podría ser la esperanza de pertenecer a un enjambre afectivo. Manuel de Cunha dice que en el amor hay dos clases de constancia: una nace de nuestra cobardía, de nuestro temor a la soledad o a la aventura; la otra se debe a que nos enorgullece ser constantes”. Sin duda me hubiera gustado ser más cobarde y no sé si está en mis ideales ser tan constante. Digamos que lo soy pero sólo para situaciones en las que desde el origen están planteadas las normas del brutal (término positivo) finiquito.

Hablas de tus cartas guardadas… láminas de sentimientos pretéritos que desordenan la fila de nubes que llueven y llenan los ríos, que a su vez desembocan en mares; todo eso (después de los puntos suspensivos) lo digo yo porque siempre veo el mar como el lugar imposible de penetrar que sirve para encontrar (claro que no lo logro) el origen del recuerdo. Y ya en ese tema sigo diciendo que recuerdo en bloques: mar uno, mar dos, mar seis. Pero nunca aparecen los puntos precisos: ojo, mano, sonrisa, pierna. Siempre quiero nadar en el mar pero en todo momento tengo miedo de hacerlo, supongo que lo que pierdo me salva; en la confusión me muevo atolondrado entre cientos de burbujas y, ya entrando más allá de la luz que reconoce la superficie, aparece ese precipicio multimodal que se extiende muy lejos, muy en todos sus lados sin fondo, muy poco antes de estar en la muerte.

Bueno pues, qué drama… no hay que exagerar, sólo quiero explicar que la palabra amor remite a un lugar que no es social. Más bien aparece (en mí) como un impulso primitivo que intenta salvar el tenebroso (término positivo) origen.

A veces creo que andamos buscando a quien se deje para descargar ahí un imposible, para poner sobre la mesa las llaves de una puerta que se abre a los bloques de memoria hechos mar. Creo que invitar a alguien a entrar es de buena fe y el (la), los (las) que entran también lo hacen de la misma manera, pero… casi en todos los casos, cualquiera que suelte un poco la rienda se hunde en esa gelatina de acciones imprecisas que no terminan nunca. Esto es un poco como la película de Alien: el monstruo (término positivo) está en la nave… nadie está obligado a completar algo que no tiene límite ni clara condición.

Regreso a la anterior idea: nada mejor que dividir el problema (si lo es) por bloques que flotan en un confuso orden, bloques de sensaciones que a veces se desbordan y te dejan llorando en una esquina o repitiendo, como alguno de los personajes de Vila-Matas, la palabra mandarina”. Todo es como un gorila que busca un plátano inexistente. Lo asombroso es que casi siempre cree que lo encuentra.<z/p>

Dices estar ahí, en la hoja en blanco o en el bastidor, vaciada en la palabra”. ¡Qué increíble imagen! ¡Vaciarse en la palabra! Eso es lo que he querido explicar en toda la carta: en cuanto que quito la palabra entra el mar siete o el mar nueve, que por supuesto sólo sirve para nadar antes de ahogarse, y si por alguna razón la salvas (casi siempre sucede) y regresas al mundo con un grillo en la boca, con un suspiro detenido, en esos momentos, por supuesto, tratas de ponerlo sobre alguien -uff- entonces te contestan: tú solo piensas en ti, quédate con tus mares, con tus miedos, con tus paquetes, con tus gorilas, con tus grillos, con tu Alien.<z/p>

Con cariño, 

H.

2 de octubre, 2020