Mayo 23, Monterrey, N.L., 2021
Estimado W.:
No recuerdo si alguna vez te comenté que compartes el nombre con mi abuelo materno, nombre que significa “el hombre más glorioso”. Mi abuelo nació en 1914, se dedicó a las labores del campo gran parte de su vida, después de los cuarenta se inscribió en el programa “Bracero” para trabajar en Detroit, una ciudad de inviernos helados y noches oscuras. Fue alternando su trabajo agrícola con viajes a Estados Unidos hasta su jubilación. Tenía un caballo color hormiga y un radio de transistores negro. Falleció el mismo año que Juan Rulfo, quien había nacido el mismo año que mi abuela.
Hablar de poder es hablar en plural: poder político, económico, simbólico, cultural. Actualmente estamos sometidos a un “cambio de poder político” a través de los procesos electorales. En menos de un mes tendremos el resultado y sin embargo, la pandemia redujo el ímpetu de esta contienda. La lealtad ha cedido el paso a la seducción. El arma más poderosa de un político contemporáneo es su carisma, cultivar su capacidad para hacer creíbles sus promesas.
En el terreno de la cultura, los argumentos publicados por los principales candidatos son muy tímidos e inspiran poco optimismo. De algún modo, el poder cultural se liga al poder económico. Tomar decisiones es establecer prioridades. Cuando fuiste director de la EAP, me gustó mucho tu desempeño, esa capacidad para escuchar diferentes comunidades y ofrecer un espacio para el desarrollo de manifestaciones diversas.
Cuando en algún momento alguien del gobierno decidió convertir la escuela en oficinas, la reacción de la comunidad fue contundente y obligó a las autoridades a revertir esa decisión a través de la protesta pública. Hay modos de hacer política y yo creo que se debe tejer fino. Aunque también es toda una experiencia confrontar modalidades despóticas del poder.
En el pueblo donde vivió mi abuelo, durante mucho tiempo sólo existió un partido, pero había dos vertientes: los de arriba y los de abajo. Rara vez ganaban los de abajo y ahí era donde él militaba. Pero el diálogo entre ambos grupos hizo posible la construcción de un puente y establecer una Academia Comercial para que los jóvenes estudiaran mecanografía y contabilidad. Por su reputación de “justo”, mi abuelo administraba la comisión del agua, estableciendo las horas de riego para las parcelas de todos mediante un sistema de fórmulas.
Lamento que la EAP actual privilegie una visión basada en la idea del emprendedurismo cultural y las industrias creativas. Una vertiente más enfocada al diseño y los negocios, que a la creación artística y la reflexión filosófica. Recientemente recibí una invitación para un diplomado en administración económica para las artes, sin embargo, no cuento con alguna empresa cultural registrada bajo ningún régimen fiscal. Dudo que otros creadores cumplan con ese requisito. Hay buenas intenciones, pero la estrategia fracasa. Ojalá la nueva administración tenga otro modo de hacer las cosas. Que regresen los talleres básicos, los clubes, y sobre todo, el diálogo con las comunidades como tú lo hacías. Eso no falla. Gracias por tu dedicación y entusiasmo.
Te mando un abrazo,
J.J.