Hola, Federico,
Desde que leí tu carta la semana pasada me gustó el sentido de participación del hacer humano para tratar asuntos del amor, cómo inventas vínculos que humanizan el escribir una carta donde el sentimiento puede ser transmitido a través de los caracteres y gestos de la escritura.
Me evocaste ese momento al modelar el detalle que te seduce e inhibe el paso del tiempo, sabes cuándo inicia, pero el cuándo se detendrá resulta impredecible. Es una cita que no quieres que termine, pues el placer se encuentra en la contemplación del acontecer de la acción como un espacio en el que el sentir y el pensar se funden en esa acción, la de recorrer la superficie del barro como si fuera su piel, donde el trazado es la caricia que desnuda la forma que se encuentra dentro del barro y que sólo se presenta en el diálogo con su materialidad.
La caricia es el tiempo del acontecimiento donde el estique recorre el barro que registra los motivos que permanecen en tanto comulgue con sus cualidades materiales que se muestran al indagar su expresividad, que se descubren ante el gesto de la traza del estique que permite intimar con el barro, espacio donde la mano ya no puede entrar, pues ahora resulta tosca y choca con las paredes destruyendo el fino detalle. Tal vez encontré la atracción cuando dices que la “carta de amor debe estar escrita a mano y con una pluma fuente”, con ello, el sentimiento del amor que cobra forma en la escritura es como el recorrer de la herramienta que guía la mano.
Al visualizar la escritura como un proceso en el que son importantes el papel, la tinta, el lápiz, la presión que se ejerce al escribir, así como la manera de mostrar las emociones que te embargan, cada material y herramienta cobran un significado que define la posibilidad e imposibilidad de escribir sobre el amor. Estas cuestiones se alejan del hecho de modelar, ya que no es algo estandarizado como la escritura, sino que se trata de un código personal que se inventa y reinventa en cada ocasión, aclarando un medio de expresión que en la duda desarrolla las imprecisiones que implica representar mi percepción del mundo en una serie de aproximaciones (correcciones) que son valiosas como parte sustancial del sentir, dejando tarea para mañana, es decir, para la próxima pieza.
Hay aproximaciones que sólo tienen lugar a través del tanteo, así es como se acorta la distancia del significar en la acción de modelar, donde el material significa por su propia materialidad (podemos distinguir ante la plasticidad del barro, la dureza de la piedra, la calidez de la madera, el brío del metal); estas cualidades van más allá de la característica física del material con que se produce. Las cualidades de cada materia son determinantes para distinguir la herramienta adecuada, como para escribir lo son la tiza, el lápiz, la bic o la pluma fuente. Las marcas que construyen el modelado significan por la traza del estique que conlleva la cualidad de la materia y que se articulan en la materialización de la forma que adquiere el barro.
Estas circunstancias inmateriales que habitan en la simultaneidad performática del modelado, figuradamente hablando son como la caligrafía de la escritura que caracteriza la carta donde se puede leer que la “emoción al escribir una carta de amor me hace llorar”, que a su vez implicó una sutileza en la etapa de los detalles: cuando parece que estás por terminar, cuando las horas transcurren y los cambios no se perciben, pero continúas porque sabes que sucederá; cuando ves que el detalle se expande en la superficie del material. Cuando la presión con el estique se reduce y se vuelve nuevamente imperceptible ante la piel que ha definido la forma, por momentos nos hace olvidar la materia de la cual proviene (su origen).
Así es, mi estimado Federico, como tu carta me llevó a imaginar esos momentos de ensimismamiento que alcanzo a través de mis manos. Lamentablemente hoy, por el confinamiento, me veo obligado a pensar en las pérdidas que he tenido a fin de reorganizar lo que sí es posible transmitir mediante estos medios electrónicos que condicionan la realidad.
¿Cómo transmitir la sensibilidad de la vivencia que se experimenta en un espacio real, en particular en la escultura? Aunque en esta ocasión tu carta me trasladó al detalle de la forma, hay que considerar que se comprende en un espacio real, caray, cómo acompañar en esa rica experiencia.
No se diga si habláramos de modelar o transformar el espacio artístico (plástico), esa otra peculiaridad de la escultura que se caracteriza por su inmaterialidad, pero que adquiere presencia en el contexto en que se desarrolla y donde sus límites se materializan de otra manera. En fin, como tú bien dices, “Una verdadera carta de amor debe estar escrita a mano y con una pluma fuente”, por eso, esta carta electrónica que te escribo no es de amor.
Juan Martín
7 de mayo, 2021