CDMX a 7 de junio, 2021
Estimado Juan José,
Agradezco tus palabras y los puntos de vista expuestos en tu carta. En la misma pude resaltar dos cuestiones que me parecen importantes en relación con el poder. En primer lugar, rescato el valor de la justicia cuando hablas del pasado de tu historia familiar, en específico de tu abuelo, pues hablas de los valores de justicia con los que fue reconocido en la comunidad gracias a su capacidad de negociación entre los dos poderes políticos del momento, “los de arriba y los de abajo” y como mencionas, perteneciendo al segundo.
Como segundo, la sensibilidad de tu amigo, el ex director de la EAP, con su contexto que transforma en poder al saber escuchar a su comunidad y darles posibilidades de espacio para el desarrollo de sus manifestaciones.
Partiendo de los dos valores mencionados, no pude evitar hacer una analogía con el empoderamiento de la política en la educación artística, en la que ese añejo valor de justicia de tu abuelo es algo deseable en estos tiempos porque, ante las condiciones que vivimos debido a la pandemia por COVID-19, se ha generado un espacio desconocido para todos los que participamos en la educación y donde gracias a la suma de voluntades, capacidades personales de los docentes y de los estudiantes, esta condición tan problemática nos ha conducido a generar alternativas emergentes para transmitir la información ante la pérdida de nuestra presencia física y corporal. Si hubiera justicia, habría una propuesta alternativa para generar otros modos en el aprendizaje de las artes plásticas y/o visuales.
Sin embargo, eso no sucede, como con los personajes de la novela: cada uno tiene su propia verdad “absoluta” y a través de ella, anulan, desmienten o contrastan la del otro. Por ejemplo, en el esposo es el poder el que maneja un secreto y el hermetismo donde se le cuestiona por qué permanentemente, como si sólo él tuviera la respuesta. También está la manipuladora y provocadora esposa, y así podríamos citar a cada uno y se vuelve tan interesante que en distintos momentos cada uno es el personaje principal. En esta situación sanitaria particular, cada profesor se volvió el actor principal y debería contar su historia.
Es a partir de estas manifestaciones del poder de reinventarse que las soluciones alcanzadas en este tiempo son como ese lapso de vida en el que todos generamos nuestra propia historia, y que en suma sería un gran poder por haber alcanzado otro modo de vida en los personajes y otro modo de enseñar en nosotros.
Lo que sucede en este momento es similar a los comentarios de Alec, en las notas donde nos habla de Ilana, como una visión bidimensional que sólo percibe el pasado y el futuro. ¿Esto sucede hoy en la educación artística? Sí, pues los dos grandes parámetros para definir una política educativa en la que hay que recomponer el pasado/la historia, la juzgan económica y administrativamente, sin valorar la importancia de las maneras que han permitido el desarrollo de la plástica contemporánea.
Por el otro lado, dentro de esa relación bidimensional, se tiene un futuro preocupante porque, aunque no se diga que hay un ejercicio de poder, hay un empoderamiento en el que, ante la ausencia de una sociabilización, en la comunidad se genera una propuesta que busca esa visión que tú viviste, esa visión basada en un idealismo de emprendurismo cultural e industrias creativas. En este asunto concuerdo totalmente contigo, pues dirigen el arte desde el diseño y los negocios.
Cuando hablo de esa analogía bidimensional es porque deja fuera una tercera dimensión: nuestro presente. Esto es aquello que logramos resolver y que nadie pregunta cómo lo resolvimos. “Y la academia sentada a la entrada de la tienda”. A través de eso que llaman áreas de oportunidad quieren generar una posibilidad que sólo surge en su imaginario, como si no hubiera un presente en el que se construye una nueva realidad que seguro se apega a soluciones reales, creativas, derivadas de lo que verdaderamente son las artes plásticas y visuales.
Entiendo tu añoranza por los talleres y por la comunicación social como un medio de retroalimentación de experiencias plásticas, porque siento un futuro próximo que va ligado a ese sentido empresarial que has comentado y que no daría espacio a los requerimientos de una práctica profesional y de aprendizaje como lo son el taller, el laboratorio, el asesoramiento personal como mejor herramienta de aprendizaje en razón (si es que es una razón) de la optimización de recursos humanos y materiales; es como si esto fuera una fábrica en la que trabajamos en una dinámica de horarios fijos, como si cada centímetro cuadrado tuviera que ser utilizado sin querer entender que el tiempo es parte de ese proceso presente de la creación y el espacio no es un espacio desocupado, es un espacio del proceso de producción de la obra. No quieren talleres, quieren aulas donde la persona no tenga una apropiación del espacio sino una desocupación del mismo.
Saludos,
Juan Martín