De J.M. para L.

¿La verdad es la contraparte de la mentira o la verdad es una mentira? Reflexionando sobre el tercer tema, creo que la mentira es parte de la verdad que predicamos, incluso, pensaría que repetimos la mentira en tantas ocasiones que terminamos por hacer de ella una verdad que cuidamos, defendemos e incluso logramos hacer convincente para generar otras posibilidades que con la supuesta “verdad” no hubiéramos alcanzado. Esto sucede en más ocasiones de las que creemos: cuántas verdades recibimos de forma autoritaria, de forma oficial romantizada e incuestionable, a veces, cuando se considera que se vela por el arte o la institucionalidad.

Prefiero no caer nuevamente en asuntos personales que me afectan en estos momentos, como sucedió en la carta anterior. Cuando menciono la admiración en su forma romantizada, me refiero al halago como un modo de relacionarnos (seguro tú conoces más manifestaciones halagadoras en este sentido), y a través del cual tendemos a idealizar a las personas por el amor que sentimos hacia ellas. Sin embargo, con el paso del tiempo o cuando surge alguna eventualidad, la verdad en la que creíamos respecto a esa persona tiende a modificarse y nos damos cuenta de que creamos una mentira sin querer. Lo mismo sucede cuando la verdad se desnuda ante nosotros, poniendo en evidencia una mentira que surge desde el otro (ser amado) y nos sentimos engañados. Por todo esto es que imagino que la verdad está íntimamente emparentada con la mentira, puesto que definir el límite entre la una y la otra implica un trabajo de lógica y depende de cómo funcione nuestra intuición.

Comparto la idea de que tanto la mentira como la verdad son personales y subjetivas cuando hablamos en primera persona. Sin embargo, cuando vienen de una segunda persona (de un referente de confianza), las vemos como algo objetivo, como un yugo que nos oprime y resulta incuestionable; ahí nuestras alternativas son la obediencia o la resignación producto de la impotencia. En este último caso, vivimos una mentira pero aliviados con el velo de la consciencia. 

A veces nos encontramos ante pareceres que niegan o contradicen nuestra creencia, pero a través de un entendimiento consensuado, podemos tomar decisiones como “siguiendo el juego”. Otras veces, se consolida una verdad que, al ser negada, crea la imagen de una persona “mala” o “rebelde” que no valora la perspectiva de los demás, a pesar de que en esa verdad advirtamos claramente una mentira que hemos dejado de ver como tal.

Difiero con E. El tema no me incomoda. Aunque se trate de una persona franca, me parece que la mentira es parte del comportamiento humano y que es necesaria para entender verdades, e incluso para comprender mi propia verdad. Así sucede en Una forma de vida de Amélie Nothomb: Melvin habla de su concepción del cuerpo, de su cuerpo, a pesar de que es evidente el daño físico que se causa a sí mismo; logra crear una visión compleja que se construye con cada eventualidad en su vida, generando una serie de ideas que justifican el ilimitado apetito que ha deformado su cuerpo y que inició con algo muy comprensible como lo es el padecer hambre. Creo que la obesidad del personaje es la única justificación que encuentro lógica para evadirse del contexto de muerte en el que se encuentra, Irak. La verdad es el sobrepeso extremo de su cuerpo y lo que le ha llevado a imaginar otro cuerpo (la grasa) que podría darle placer, él sabe que lo que imagina no es verdad, y sin embargo, es un modo de encontrar motivos para seguir viviendo en un lugar donde él no pidió estar, donde el rechazo a la invasión de una cultura se expresa en su obesidad, sobre todo estando en un pueblo con hambre a causa de la invasión militar de la que Melvin es parte.

El tema me llevó a ubicar las aparentes verdades institucionales que vivo, y por las cuales, como se habrán dado cuenta, me considero engañado. Para mi propio bien, me encuentro en una relación que se apoya en la verdad y que en ocasiones se transforma en mentiras bonitas derivadas de las circunstancias que escapan a nuestro control e impactan en nuestra realidad. Quizás por el natural paso del tiempo, la verdad pierde algo así como su “vigencia” y la sola negación de la verdad motiva a crear otra en un andar compartido. Entonces me descubro mirando atrás y acepto que mentí.

Saludos, L. Espero no haberla regado como en otras ocasiones desviándome del tema.

J.M.