De J. para E. y H.

7 de junio 

De J. para H. 

De J. para E. 

El hombre hace suyo un lugar no sólo con el pico y la pala 

Sino también con lo que piensa al picar y palear.

Sándor Márai / ______ / 19__ 

Hola, H. (tomo tu forma de abreviar destinatarios en cartas).

Primero respondo, siguiendo tus palabras, se hala de lo que se puede, de lo que se tiene y de lo que se teme. 

Siempre trato de encontrar opuestos, de encontrar configuraciones al tacto para lograr hallar el sentido del juego rimbombante. A ti te parecía curioso y a mí habitual, no porque estuviera acostumbrado, sino porque sí disfrutaba el desliz, el flujo y las 3 bandas que pudiste encontrar en aquella plática nada hermética y un poco divertida. 

Debo admitir que me parece impresionante la capacidad con la que logras retomar pedazos de tu memoria, sin importar la cantidad de décadas transcurridas, para luego traerlos al frente en una historia que se ve materializada en tu obra. Felicidades, tú sí que puedes recordar. 

La fuerza de la memoria parece recargase en el poder trasladar la vivencia temporalmente, pero no estoy muy seguro si es una condición de poder o una naturalidad característica de la melancolía, de querer estar allá cuando sólo se puede estar acá. Inamovible e irremediable. Tal vez no quieras estar en tu cuna, tal vez no puedas, o tal vez el mundo es la cuna y el poder asignado es la existencia. 

Quisiera hablar de los poderes asignados y su afecto en esta batalla que vivimos constantemente. Sartre lo dice mejor que yo: “El hombre está condenado a ser libre…”, irremediablemente existimos dentro de una superficie limitada y la muerte le da el toque final a este encuentro con el mundo. Estamos condicionados a una multiplicidad de afectos de los cuales tenemos un mínimo poder de elegir. Somos vulnerables y devotos de sentir. Me gusta, E., cuando mencionas que el amor y el poder están entrelazados, no me queda más que admitir y condenar esa idea. Parece como si estas dos fuerzas dependieran del estado de vulnerabilidad del sujeto, de su poder dejarse afectar o simplemente ser arrastrado por el afecto. 

A lo que voy con esto es a que la memoria y el poder parecen ser esto de lo que podemos construir e inevitablemente afectar. Se es vulnerable o se puede ser vulnerable. Estamos condicionados por nuestra capacidad de fabricar una idea de realidad o la imposibilidad de verificar la verdad. De cualquier manera, cada uno construye y pica con la pala que puede. 

El poder me resulta confuso. Tal vez la memoria me obliga a no poder recordar. Por más que intento, siempre me es difícil volver a lo de antes. No es una imposibilidad pero sí una necesidad de no verificar la verdad, o la mentira que ahora transformó lo real. 

Verán, ambos han hablado de la verdad, de alguna u otra forma se han referido a su pasado y han acudido a mecanismos de ficción para representar su memoria. Me parece fantástico y creo fielmente en la veracidad de sus relatos. En cambio, cuando yo cuento una historia sólo puedo recordar fragmentos de lo vivido, a partir de ahí construyo una referencia visual de lo que pudo haber sido y me apoyo en la catapulta de quereres para terminar con el cometido. 

Hoy no estoy contando una historia, tampoco estoy diciendo la verdad. Estoy tratando de decir todo lo que puedo acerca del poder.