De L. para H.

De L. para H.

7 de julio 2021, Newfoundland 

Hay sabios sin talento

y hay necios con un profundo corazón.

Hay alegría que acaba en llanto

pero no hay quien comprenda el propio misterio.

Amos Oz en voz de Yeruham Shadmati

Querido Humberto, 

Deseo que estés muy bien. Antes que nada quiero disculparme por no asistir a la sesión anterior del seminario. Todo proceso como tu alumno y colaborador es sumamente importante para mí, pues te admiro profundamente, te quiero como mi amigo y mentor, además de que he de señalar que tu complicidad ha sido de gran beneficio para abrir puertas y conversaciones. Se siente bonito ir a alguna ciudad del país y que me pregunten si soy de tu equipo de trabajo por identificar afiliaciones o similitudes de pensamiento semiótico. Al mismo tiempo, en mí busco siempre una forma de constancia y formalidad, pues sí, soy rebelde y amoroso, y lo uno o lo otro me puede hacer propenso a romper algunas reglas o quedar mal en algunos de mis compromisos. Irónicamente, lo que la mayoría de la gente con la que colaboro o que me conoce desde hace tiempo señala de mí, es que se trata de una pasión convertida en constancia. La constancia no es ser un árbol, sino ese rizoma de articulaciones, por lo que si bien quizás siempre voy hacia lo mismo, los caminos se diversifican. Entiendo también que hay veces en que has tenido miedo a mi forma de tomar y a la inconstancia que eso puede crear; yo tontamente digo (quizás a partir del miedo a vivir de otra forma) que quisiera no ser un alcohólico para poder seguir tomando mucho tiempo. Y aunque cada vez es más común que yo sea el más viejo de la fiesta (antes era el más joven), he de confesarte que no se me quita la sensación de adolescencia, y por momentos, en los últimos meses, me siento en muchos aspectos más bien como un niño, como un renacido sin la religión; a partir de esa constante fragmentación que nuestra cultura impone, mis estrategias de romper son para articular lo que no está unido. Debo aprenderlo todo de nuevo pero diferente. Si no estuve la semana pasada no fue por tomar, sino por una suerte de secuestro reflexivo, pues, aunque se trataba de una “falsa inauguración”, la exposición debía estar “lista” en su primera etapa para el día siguiente y necesité un gran esfuerzo de observación y reflexión para detener mi intervención, para no meterme en más líos que no estarían inmediatamente resueltos con el esfuerzo físico que se podía ese día, y eso de alguna forma me tomó el tiempo y la energía de lo otro. Debía dejar un balance en ese juego de tensiones. Reitero mi disculpa a ti y al grupo, y mi cariño y deseo de participación. Todo está en todas las cosas. 

Quería decirte que me encontré una versión de La caja negra en internet que tiene un anexo. No viene en mi versión del libro impreso ni en el digital que compartiste, así que no sé si es legítimo o no, otra edición, una broma o qué. También que me he conectado mucho con la novela por la situación amorosa en la que me encuentro. No hemos podido hablar mucho, así que no te he contado toda la historia, pero de alguna forma todo salió bien (mal), aunque no salió lo que queríamos y eso hubiera hecho totalmente otra realidad. En la novela he visto ese anzuelo, ese espejo, ese deseo de entender lo que pasó, que se convierte en un juego de poder. Por eso me resuena mucho este anexo de cartas, según esto, no enviadas. En un ritual para intentar entender, no hice copy-paste, sino que las transcribo aquí. Te envío el documento completo impreso y por correo. 

Carta no enviada, anexo a la carta del 15-8-1976

Inmundo Alex, 

Después de la carta que acabo [de] pasar la noche escribiendo, pensé que hay algo injusto, algo que no he podido decir. De alguna forma puedo contártelo todo, hasta el momento en que se construyó esa frontera imaginaria entre nosotros. He aprendido que lo único que podía hacer era seguir, aunque fuera en otra cosa, contigo afuera, acepté tu silencio. Ese es el dolor que me permite querer desgarrarte, aunque sea con simulado de negación de afecto. ¿En qué momento nos convertimos en esto? ¿Por qué entre nosotros no había más conocimiento para no revelarnos lo que el dolor y lo no resuelto construiría? Maldito el día que nuestra ignorancia destruyó el amor. Éramos demasiado jóvenes, no estábamos expuestos, tampoco supimos confiar ni aprender algo de provecho, continuar la vida, transformar la vida. ¿Será que este es nuestro destino? Tuve que aceptar lo que se viniera sobre mí, quizás eso sí lo aprendí, toda situación, cualquiera que sea, será un ejercicio de control. No estamos nuevos ni resueltos. Cuando acepté el silencio, la voz continuó, pero no te creas, sí supe identificar que eran otras voces que hacían de mí, lo que seguro estarán haciendo de ti, alejarnos de lo que queremos. Cegarnos. La primera carta que escribí no tenía otra intención más que la expresada. Las otras sí quieren ver dónde y cómo estás. Quiero deshacerte, no matarte, reclamarte por ser quien eres y no saber vivir, por exponerme a todo este dolor. Estoy pensando soltarlo todo de nuevo, estar lejos de todos menos mis hijos. No quiero decirte que vayas en paz, pero supongo que, de alguna forma, mi ruidoso deseo de silencio te dejará en el lugar que tengas y quieras estar. 

Ilana desmenuzada. 

Carta no enviada, sin fecha, anexas a notas del profesor A. A. Gideon encontrada doblada entre fichas pequeñas. 

Ilana, 

A quién engaño, te hablo todo el tiempo, aunque sea en silencio. Quisiera poder apelar al amor que nos tuvimos. Quisiera poder decir que lo tenemos. Quisiera salir corriendo a buscarte y a la vez mi realidad es que podría continuar eternamente el hueco, ser el receptor de tus atentados. No sé otra cosa. No sé mostrarme. Ya lo sabes todo. Mucho más de lo que sabré. No asisto por no partir de nuevo.

En el documento vienen tres cartas más sin enviar. Quiero terminar la novela para saber qué significan, sospecho que pueden ser una broma, aunque hace poco comencé a leer La historia comienza del mismo Oz, una serie de ensayos-cátedras acerca del acto de escribir, y en la primera sugiere que nunca iniciamos más que por en medio. Hace unos días en la exposición, tres amigas hicieron una exploración de danza, la primera y única pauta fue, no hay inicio ni fin, sólo hay en medio. 

Abrazos, nos vemos el miércoles, 

Luis Frías