De L. para J.J.

Desde una islilla cuyo nombre nunca diré dos veces, 21 de julio, 2021
Soliviantar: incitar a una persona a que adopte
una actitud rebelde o de protesta

Hola, Juanjo,
Me da mucho gusto recibir tu carta. Hace unos días vi a Carlos Edelmiro y no recuerdo cómo, creo que hablando del seminario o del Gargantúas, saliste al tema. Agradezco tus comentarios de la exposición y comparto algunas de las posturas. Principalmente que hay un algo en la educación que normativiza en sentido negativo, y que el arte nos ayuda a reconfigurar el mundo, nuestra realidad. Tiene que ver con identificar la subjetividad, con practicarla, y luego ponerla en construcción con otra forma de sentir, de ver, de saber. La realidad es un modo de ver. 

Me genera una intriga divertida lo que me comentas y que tu carta quede en el apartado de mentira. ¿Es mentira lo que me dices? La verdad creo que no, pero me gusta pensarlo todo como una posibilidad de ejercicio creativo. En este caso sería, respecto a lo que pensamos y a lo que nos afiliamos, ¿qué tan reales son nuestras creencias?, ¿habrá que revisarlas? Yo trato de revisarme constantemente, pero claro, paso a paso, en cosas pequeñas, poco a poco, siempre. Es uno más de los motivos por los que el collage me llama tanto, pues estoy despierto al encuentro y eso me dice qué es lo que puedo ver o atender hoy. 

Pensar en la libertad. Hoy en mi casi religioso viaje en trolebús hacia el museo leía Hermes Psicagogos de Marcel Schwob, dice: “y no habiendo sido libres en la tierra, porque estuvieron ligados por las leyes, las costumbres o su propio recuerdo, temen aislamiento y mutuamente se sostienen”. Habla de las tensiones en las relaciones entre opuestos. El ladrón que necesita al inocente, la cortesana a la virgen. Esas tensiones son los espacios que habitamos. Me hace pensar en un deseo de ampliar los espacios de nuestras relaciones, sumar más puntos de relación. La educación es normativa, pero también es una herramienta que nos ayuda a identificar lenguajes y metodologías para pensar. Soy un romántico, aún creo que la educación puede ayudarnos a descubrir cómo pensar libremente. 

Caminos que se bifurcan, el sendero no tiene final, habitamos un mapa que contiene a otros, y otros, y otros. Amos Oz y Deleuze coinciden en que nunca se inicia por el inicio, sólo se continúa, se participa; Oz lo dice bonito, se inicia por el medio. Por el proceso. En Versos de vida y muerte (Novela) de Amos Oz, tras narrarnos algo que parece una incómoda conquista sensual, hace en voz de otro escritor una crítica a la sexualidad. Pensamos que cuando apareció la vida en la tierra, con ella apareció la muerte y lo pone en duda al recordar que por millones de años, trillones de organismos unicelulares no conocieron la muerte sino que sólo se dividían, uno en dos, esos dos en cuatro, esos cuatro en ocho. Propone que la muerte nace cuando la vida encontró otros modos de reproducción, la sexual. No asocia vida y muerte, sino sexo y muerte. Siempre me ha gustado la expresión, la muerte chiquita, pero no termino de entenderla, pues cuando lo sientes, en ese momento no mueres, sino que parece que entras a ese espacio indefinido infinito, como el salto al vacío, el canto de las sirenas, el salto al mar. Quizás parece que digo lo mismo, pero no es muerte, es suspensión en un contacto con lo indefinido que es natural. Es estar vivo antes de la educación. Atravesar la vida así me parece simplemente vida

Aún no existe la campana en el museo, ni en mi exposición. Hemos pensado varias ideas, pero no hemos concretado ninguna. Hace unas semanas tuve oportunidad de subir al techo del museo y caminar al campanario, verifiqué que no está. Algo me dice que esa campana nunca va a volver, por lo que sí quisiera construirla simbólicamente. ¿A qué suena la campana? Todas parecen sonar similar, pero no es cierto. Quisiera que esta campana suene al mar, al canto de las sirenas, al vacío de lo desconocido. Claro, quisiera estar del otro lado para contarlo. Para poder verlo. ¿Una campana orgasmo? Quizá no hay que saltar, sino hacer una obra de arte. Quizá hacer arte o adentrarse en el deseo creativo es saltar al mar. El mismo Oz dice, si quieres erguir un templo, escribe un poema. 

Aquí estoy, Juanjo, he caído en tu influencia, no estoy mintiendo, sino simplemente relacionando ideas. Es lo más real para mí. Ese proceso en el que las cosas no son fijas, no son sino tensiones de conexión, un flujo de transformación. Pero no quiero ser aburrido. Así que te confesaré una de mis más recientes travesuras. Le escribí a Amélie y sí contestó. Claro que no la metieron a la cárcel acusada de terrorista. No se vio con Mapple, pero la relación continúa desde la distancia. Es una relación literaria. Sí expuso sus fotos, sí siente un deseo de vida creativa, aunque no necesariamente desde el mundo del arte que suele ser muy discriminatorio. Le platiqué de las colaboraciones de mi exposición y me dio su teléfono. El 31 de julio, como cierre de mi exposición, Mapple hará una serie fotográfica en la que intentará interpretar los manilargos. Él no ha viajado en más de 10 años. No lo he publicado, pues es una sorpresa. Por favor, no se lo digas a nadie

Todo es otra cosa a la vez,

Con cariño,

Luis Frías