13 de mayo, 2021
Gracias por tu carta y por tomarte el tiempo de leer mi primera carta y darme respuesta.
Quisiera decirte que me gustó leer la historia que me platicabas sobre la preparación de los alimentos en la cocina con la compañía, consejos y enseñanzas de tu madre; me hizo recordar una película mexicana que me gustó mucho en su momento, Como agua para chocolate, basada en la novela del mismo nombre, ¿la conoces?
En la película se narra cómo, a través de la comida, las relaciones amorosas se desarrollan y cómo quedan impregnados en los platillos los sentimientos, las emociones, los amores, los desamores, las tristezas y las alegrías de las personas que intervinieron en su preparación. Es una especie de embrujo que se transmite hacia los platillos y que, al ser degustados por los comensales, terminan experimentando las mismas emociones y sentimientos de los cocineros al prepararlos.
La cocina es uno de mis lugares favoritos, porque es el lugar donde siempre se comparten las conversaciones más deliciosas, ya sea al lado de una taza de café o de una comida bien presentada. La mesa sirve de lienzo para las pinceladas más exquisitas, como el cuadro de un artista.
Me preguntas si entiendo el sentimiento de cocinar al lado de mi madre y te contesto que sí. Entiendo el sentimiento de preparar los alimentos al lado de mi madre cuando le ayudo en su cocina a preparar algún platillo. Cada vez hay un toque especial en sus guisos, casi nunca sigue una receta como lo marca el recetario, siempre quita algo, añade algo o simplemente ignora los tips que a veces marcan los libros de cocina. Y he de decirte que en muchas ocasiones busca un pretexto para hacerte voltear hacia otro lado, justo en el momento en que va a agregar su ingrediente secreto… De hecho, ese es un tema de conversación común en las comidas familiares, porque cada vez que le piden la receta de algún platillo que ha cocinado (casi siempre son un éxito), termina dando la receta de alguna forma incompleta…
Creo que en esto del arte de cocinar siempre queda impreso en los platillos el amor y gusto o disgusto con el que se preparan. No sé si has escuchado cuando dicen, “esta salsa quedó muy picante, seguro el que la hizo estaba enojado” o cuando dicen, “qué rico te quedó el pastel, estabas de buen humor”. Casi siempre hay una expresión coloquial para cada platillo.
Como ejemplo, el lunes pasado fue 10 de mayo y en el festejo a la madre comimos reunidos en familia (5 gatos…jejeje). Esta vez le tocó cocinar a mi hermana, con la idea de que ese día mi mamá no cocinara. La sorpresa fue que mi hermana hizo una comida exquisita de verdad. Como a mi mamá le gusta mucho la comida francesa, mi hermana preparó unos medallones de carne de res en salsa de queso roquefort con champiñones, de guarnición hizo puré de papa con tocino y una ensalada verde con frutos rojos, peras y nueces caramelizadas, y aderezo de vinagre balsámico preparado también por ella. La verdad es que estuvo supremo, no tienes idea. Todos quedamos muy complacidos y agradecidos con mi hermana por la elección del menú y por la preparación tan bien ejecutada, he de decirte que la sazón también se hereda. Así que si te gusta cocinar, no dejes de acercarte a tu madre para que poco a poco le aprendas todos los trucos.
Por cierto, de postre y como colofón, mi mamá hizo pastel de naranja con cobertura de chocolate amargo, no sabes qué ricura…
Al escribirte no pude dejar percibir en mi paladar toda esa mezcla de sabores, texturas y aromas que te hacen sentir de una forma muy distinta el amor.
Seguimos leyéndonos…
L.