De L. para Ó.

11 de junio, 2021

Espero que al leer estas líneas te encuentres muy bien. Te escribo siguiendo un tanto la indicación de H. respecto a tratar de generar nuevas líneas o vínculos de comunicación, pero la razón de peso por la que decidí escribirte es porque en la última sesión me pareció muy interesante todo lo que comentaste. Lo que más me atrajo fue que hayas conformado a cada uno de los personajes, como eso, personajes; e incluso a algunos les diste rostro. Imagino que hasta les confeccionaste un vestuario y formas o maneras de comportarse.

Coincido contigo en que el personaje que me genera más desagrado en la historia de esta caja negra, es Michel Sommo, y conforme he ido avanzando en la lectura más desagradable y hasta insoportable se vuelve para mí… ¡Si estuviera en mis manos y tuviera el poder, lo borraría de la historia con una muerte trágica y dolorosa…jajaja! 

En la lectura encontré una frase que me capturó con una idea particular sobre el poder, una especie de antagónico…“Su penitencia: el miedo perpetuo a las sombras de la traición por todas partes. Huidizas sombras de traición hasta en los sótanos de su propia alma. «El demonio se cuela por todas partes»”. En la novela hablan de religión y es un tema del que no hemos conversado mucho en las sesiones; es uno de los temas considerados como tabús, de los que siempre se debe evitar conversar, según marcan los cánones de la buena educación. 

Lo entiendo como una especie de marcación de poder, una norma de conducta que debe seguirse, un poder que se rige precisamente por medio de la religión y que no debe de cambiar; aunque en la compresión y en la representación propia de cada individuo sí cambie, pues cada ser tiene su propia interpretación. En esta lógica hay un bien y un mal, premios y consecuencias según tus actos, siempre una dualidad, pero fundamentalmente a través del libre albedrío cada quien elige el camino que desea tomar. 

Cambiando un poco el tema y retomando el inicio de mi carta. Te cuento que con esta conformación de personajes que fuiste construyendo, me hiciste recordar gratamente cuando estás creando una obra, en mi caso coreográfica, cuando generas una historia que quieres contar a través de la danza. Para esto tienes que conformar también a tus personajes, desde la punta de la cabeza hasta la planta de los pies, es decir, cómo son físicamente, cómo visten, cuál es su tipo de constitución, cómo hablan, cómo se mueven, incluso cómo piensan, cómo razonan, cómo ejercen poder y cómo actuarían si estuvieran vivos; y lo más importante, quién de los bailarines podría representar mejor al personaje que tienes en mente, considerando todos los factores que intervienen y si existe alguna vivencia o conexión que pudiera identificar al bailarín con el personaje. 

La creación de un personaje es algo muy complejo y lleva mucho tiempo, incluso después del estreno continúas agregando características conforme se recrea la obra, una nueva representación del personaje en cada puesta en escena. En este proceso también se incluyen las adiciones que se “auto-permite” el bailarín que interpreta, y que son propias de la construcción corporal de cada ser, que no son controlables y que cambiarán también con cada bailarín y en cada puesta en escena, convirtiéndose en una especie de espiral en construcción y en constante movimiento. Una obra viva, que evoluciona, que crece. 

Ha comenzado a llover. Con estas lluvias torrenciales que se han presentado últimamente en CDMX, tengo que correr a revisar que no entre el agua por los resquicios de las puertas y ventanas.

Seguimos leyéndonos… 

L.