De M.E. para E.

Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos

Juan 15:13 

Estimada Eugenia: 

Ha sido muy bueno conocerlos y compartir este Laboratorio-Taller con todos ustedes. Al leer tu carta dirigida a Humberto y tu honestidad acerca de no haber podido terminar de leer el libro Una forma de vida, te comparto que de algún modo me sentí comprendida. Las últimas semanas he estado con diferentes tareas, tanto de mi trabajo como de mis estudios, hasta que logré hallar el límite de mi equipo de cómputo y sucedió como en Crónica de una muerte anunciada, mi computadora colapsó y ¡tampoco pude acabar de leer el libro!, me faltaban ya pocas páginas y mi frustración me hizo sentir muy mal. 

Extrañé verlos y compartir lo que había alcanzado a leer, para colmo sólo pude recuperar algunos archivos y mi carpeta con mis cartas se perdió, agradezco que existe el respaldo en classroom y he dispuesto de tiempo para poder recuperar la información. Al menos me queda la siguiente reunión para poder volver a vernos. 

El trayecto por estos tres libros fue muy enriquecedor, así como la forma en la que las cartas de los tres materiales se entretejieron con las nuestras, y cómo sus experiencias y relatos se miraron a la luz de nuestros ojos y pensamientos. Te confieso que algunas noches he soñado fragmentos de la vida de los personajes en los que me ha parecido haber experimentado parte de sus problemáticas, hasta el grado de sentir la presión de los personajes confrontándose por ser manipuladores, mentirosos, y cómo seguir viviendo a la mañana siguiente. 

Tengo la costumbre de hablar conmigo misma cuando estoy sola en alguna habitación, me pregunto lo que pienso y explico mi punto de vista como si alguien pudiera oírme, creo que ese ejercicio me ayuda a no cargar con ello de fijo, es decir, saco mi punto de vista, lo expongo y de algún modo, descanso. 

El libro final me pareció un poco ese ejercicio de escribir para que alguien te escuche, para que exista un alguien que sepa lo que está pasando contigo, y de ese modo ya no eres solo tú, con tus pensamientos, sentimientos y emociones. Sin embargo, es muy importante comprender que el hecho de contarle y compartirle a alguien más lo íntimo o las cargas o los pensamientos, -como se quiera describir ese intercambio-, no debería lastimar a quien lo recibe, como si se le obligara a cargarlo, ese alguien también debería poder encontrar la forma de liberar esa carga y continuar compartiendo la relación, sin destruirse. 

¿Qué opinas, querida Eugenia? 

Recibe afectuosos saludos desde la Bella Airosa [Pachuca, Hgo.] 

María Elena