Hola, querido Pedro, sin duda esta caja negra ha hecho salir de nosotros diferentes sentimientos y pensamientos en torno a las creencias, a las religiones y a lo que está separando a los hombres de DIOS. Yo creo en DIOS, he tenido también diversos acercamientos a través de diferentes asociaciones y sus respectivas creencias, desde espiritistas hasta testigos de Jehová, así como católicos, mormones, metafísicos, nueva era, etc., cada una tiene sus propios fundamentos…
Yo pienso que gracias a DIOS hay libre albedrío, que cada uno puede pensar y creer lo que guste. Por esa libertad que tengo, yo he decidido creer en Jesucristo. Me gusta leer la Biblia y la considero un libro vivo. Sí pienso que me he encontrado con DIOS y que no necesito ser un ser “especial” para eso, DIOS no tiene una agenda rígida, y cuando lo busco está tan cerca como una oración; incluso lo he invitado a estar presente en mi vida y eso ha hecho muchas veces la diferencia. No siempre hago lo correcto, no siempre me ha ido bien, pero sé que DIOS está y estará para mí porque yo quiero que esté, no como un capricho sino como un Amor genuino, el más puro que he podido sentir.
Veo cómo al hablar de religiones hay quien se rasga las vestiduras por defender una o por denigrar a otra. Yo no veo así a Jesús y mi relación con él es eso, una relación personal. Tampoco creo que Boaz y su madre tengan nada que ver con María y su entorno. Pienso que, como seres humanos, siempre queremos que alguien tenga la culpa y no tener que responder por nuestros actos; desde Adán y Eva, (“la mujer que me diste”, Génesis 3:12) hasta Caín y Abel (¿Soy yo acaso guardián de mi hermano?…, Génesis 4:8). Sin embargo, nuestras reacciones no son culpa de DIOS, él nos da libertad para hacer lo bueno o lo malo, Él sabe que es mejor hacer el bien que el mal, por eso espera que decidamos el bien, pero sin duda cada uno puede elegir lo que quiere hacer y estar dispuesto a afrontar las consecuencias. Nadie quiere las consecuencias, pero sabemos que tarde o temprano son inevitables.
Creer es una elección, siempre se cree, en algo o en nada, pero hasta esa nada es una elección; el estar enojado o sensible con las personas que creemos en algo también es una elección. Debo decir que, en esta tercera parte del libro, disfruté la parte en que Sommo le escribe a Boaz acerca de la forma en que piensa que no sólo vivimos para ser felices sino porque existe un propósito mayor. Personalmente he llegado a esa conclusión, no siempre he sido feliz, pero también ha sido mi decisión estar enojada, triste o frustrada. El propósito es mayor y cuando me di cuenta pude entender mejor lo que yo hago aquí, dejé de culpar a DIOS por lo que no me gustaba y me di cuenta de que también ha habido muchas veces en que si DIOS no hubiera estado ahí yo no sería hoy lo que soy. No soy ni mucho ni poco, sólo soy yo, y lo que soy, me gusta.
Creo que en cada vida hay un momento de enfrentarse a una caja negra que te va a mostrar cómo fueron las cosas o cómo quedaron registradas, tal vez todas las alertas que hubo antes del cataclismo que nadie vio o nadie atendió o nadie quiso atender, hasta que llegó el momento de que la tragedia fuera inevitable. Te puedes quedar petrificado o enfurecerte, o llorar o callarte, ir enojado por la vida un largo rato, pero nada de eso cambia el contenido de la caja. Pienso que lo que sí pude cambiar, no sin muchos trabajos, no sin pasar por todos esos estadios, es mi propia actitud ante lo que me ha tocado vivir. No sé cuántas cajas negras le toquen a cada quien, sólo pienso que de la mano de DIOS, para mí, ha sido más fácil.
Con cariño,
M.E.