Querida A., te respondo casi de inmediato después de leer tu carta.
No sabes qué feliz me hace leerte, estoy que no quepo de la emoción y estoy muy conmovida, sensible. Lo estoy desde hace días y más ahora con esto de las cartas, que es algo que amo hacer, aunque casi no lo comparto con nadie porque a veces pienso que la gente se puede fastidiar de mi cursilería. ¿Te gusta ser cursi? A mí me da por temporadas.
Estoy bien, estoy feliz, enamorada de las cosas bonitas y no tan bonitas que descubrí en la cuarentena.
Cuando me dices que una vez te enamoraste como en las películas, pienso en que una vez me sucedió algo parecido, pero ¿qué crees? Recientemente conocí a alguien que me paralizó el tiempo, así como dices tú, no lo podíamos creer, ni él ni yo; fue una cosa con mucha energía, impresionante. No sé si es amor, pero se siente bien y me asusta. No sé si estoy enamorada o si en el futuro me enamoraré.
También me pasa otra cosa: suelo irme de las cosas o de las personas que no parecen reales y creo que tiene que ver con mi idea sobre el merecimiento de las cosas. Me cuesta creer que alguien pueda tener sentimientos amorosos hacia mí. No está padre esto. Mientras tanto me voy con calma y voy aceptando.
Estoy ansiosa de que me cuentes esa larga historia de Durango. Mi cabeza repasa el viaje que hicimos, una y otra vez: yo en el taller de Clarissa y tú en el otro. Recuerdo que caminaban para tomar fotografías, tengo un vago recuerdo de eso, y nos encontrábamos a la hora del almuerzo todos los días. Qué momentos más bonitos de compartir, el frío, otra gente, otras historias, todo.
Sí, fotografío los vuelos, mi cel siempre fotografía gente feliz o cosas sencillas, como una hormiga caminando con una miga de pan del doble de su tamaño.
Aquí en casa hay muchísimos animales, como zarigüeyas, hormigas, ranitas, arañas, iguanas, de las transparentes y de las negritas que se comen las plantas y no dejan crecer mi albahaca.
En fin, son un tema. Hoy tomé café con 3 hormigas mutantes, de las negras, todas gigantes; me cagan, todos los días es la misma historia con ellas, les grito, las empujo porque no me gusta matarlas, pero me hartan y sí he matado una que otra. Pero bueno, a ver cuándo nos tomamos un café sin hormigas. Siento que las hormigas y yo tenemos una relación toxica.
Estoy feliz de que la vida nos haya cruzado. Yo también te recuerdo con mucho cariño, pasamos cosas muy cagadas y muy bonitas y sí, la vida nos encontró y nos dejamos de ver, pero claro que hay cariño y mucho, así como dice en el libro, donde A´ida bailaba tango con su amiga: estábamos destinadas a ocurrir. Así como ese amor que me comentaste en tu carta, creo que eso no lo podremos evitar, que las cosas ocurran y se nos presenten en la vida.
Causalidad, no casualidad.
No sé si el amor se pueda medir, sabes. Sólo me he enamorado una vez y, siendo sincera, creo que no me enamoré realmente; creía que sí pero la realidad es que yo no estaba en mis cabales, no estaba en mí, padecía una falta de amor muy fuerte y entonces como que caí, y según yo me enamoré. Pero vamos a cortarla, sí, de una vez. Al final, el cariño que yo sentía era honesto y era mi única forma de amar en ese tiempo.
Creo que el amor es uno solo. No importa hacia quién lo sientas, creo que se debe sentir primero en una misma para después compartirlo con los demás. Creo que es universal y puede ser hacia tu mascota, hacia la familia, hacia tu pareja; creo que se trata del mismo amor dirigido hacia diferentes puntos.
Gracias por tus fotos, son preciosas, no supero la de Durango, me encantó.
Y la de la playa ¡Uff! Qué momento, qué espacio. Te leí dos veces, una lectura normal y la otra imaginando las olas mientras me escribías, fue padrísimo sentirlo.
Ahora en casa está lloviendo, es una de esas mañanas en Mérida con fresco y humedad, llovió toda la noche, así que el clima está precioso.
Abrazos muchos, querida.