De M. para A.

Querida A.,

Es una gran coincidencia recibir tu carta cuando ya me proponía escribirte algo… Quizá te parezca raro pero casi al mismo tiempo que tu papá vendió la casa, el mío se decidió a vender la camioneta.

La verdad es que la camioneta ya era casi una ruina: llevaba años estacionada en la «cochera», en la parte trasera acomodábamos los empaques vacíos de PET para llevar a reciclar, los gatos de la colonia la usaban como escalera para deambular por los techos en las noches y era muy lindo, para mí, ver sus huellas en el cristal. Así que cuando ese señor vino a preguntar por ella, supuse que mi padre nuevamente encontraría algún pretexto para no venderla, pero «el que persevera, alcanza» y un domingo vinieron a buscarla.

Miré por la ventana mientras se la llevaban y la nostalgia me invadió terriblemente por 5 minutos, y otra vez al día siguiente cuando observé el espacio que ocupaba, ahora vacío. La verdad es que me puse triste por una razón quizás muy egoísta: yo viajé en ella incluso antes de nacer, teníamos en esa familia casi la misma edad y ahora se iba. Recuerdo que de niña me acostaba en la parte trasera y me iba todo el camino observando el cielo, vi muchos cielos en aquella época, a veces también letreros. En ella también llegué a esta ciudad, iba atrás con mi hermana, mi coneja, varias cajas y comida. La coneja ya tampoco está. Entonces pensé en otros vehículos que se han llevado pedacitos de mi vida

Mi padre tuvo un auto clásico que le robaron, era uno muy hermoso y en aquella época pensaba que el día de mi boda yo bajaría de ese auto. Ya no está. Un recuerdo más próximo es en otra camioneta, una noche de vuelta a casa: la boca no me paraba, hablaba emocionada de lo que vendría…

Go slow, Pandemos, fill of me

Cherokee jeep in the yard

Pull off your running shoes, sweet Callipygian

Guardian goddess, my guard

Fauno y ninfa, 1940 – 1941 – Edvard Weie

El tiempo se detiene, el alma queda ahí y el cuerpo, que es materia, pasa de sólido a líquido, se evapora y se sublima…

Creo que te cuento esto porque ahora también pienso en el movimiento, en las partículas y en la ilusión, sea óptica o no. Te imaginé en el grupo de investigación, sobre todo imaginé los escáneres, las cámaras, las radiografías y las fotografías. Sí, es muy fácil inventarse historias, distorsionarlas o imaginarlas. Pienso en tantas fotografías distorsionadas, en lo que elegimos encuadrar o enfocar en ellas. En cierta ocasión, en una reunión de fotografía, un desconocido se presentó ante mí diciendo:

«¿has pensado que los negativos contienen fotones atrapados y ‘transformados en óxidos de plata, y que esos fotones tocaron, rebotaron en las personas y los paisajes contenidos en esos fotogramas, y finalmente llegaron a ese negativo para quedarse ahí?»

Todavía abro mucho la boca cuando lo recuerdo, primero por la claridad con que lo recuerdo, luego por la naturalidad de sus palabras… Pienso en las fotos de las momias, incluso en aquellas que les pudieron haber tomado antes de ser momias, esos fotones ¿cómo los encuentro? ¿Los fotones mienten? En las fotos y radiografías que me han tomado, ¿qué atraparon de mí?

Tomé esta foto en Guanajuato hace un año, de pie de foto elegí “Presencia” de  Rosario Castellanos:
Este nudo que fui (inextricable
De cóleras, traiciones, esperanzas,
Vislumbres repentinos, abandonos,
Hambres, gritos de miedo y desamparo
Y alegría fulgiendo en las tinieblas
Y palabras y amor y amor y amores)
Lo cortarán los años.



Nadie verá la destrucción. Ninguno
Recogerá la página inconclusa.
Entre el puñado de actos
Dispersos, aventados al azar, no habrá uno
Al que pongan aparte como la perla preciosa.
Y sin embargo, hermano, amante, hijo,
Amigo, antepasado,
No hay soledad, no hay muerte
Aunque yo olvide y aunque yo me acabe.
En una cartulina verde el tendero escribió:
No fío
No credit
No trust

Y me parece maravilloso que él, tú y yo tengamos ya tanto en común.
| M A L |