De M. para G.

Julio, 28, 2021 

Gibrán, 

Se acabó lo que se daba. Agotamos el espacio, no sólo virtual. Por ahora. 

Desde el principio de este viaje te incluí en la lista de interlocutores con los que quería establecer un hilo más táctil, pero… pasó un águila por el mar

Hoy, a horas de cerrar el paréntesis que nos reunió —en una maraña de lecturas, de palabras que se desplazaban hasta acepciones inusuales, de tolerancia, de autodisciplina, de imaginar desde donde no lo hubiéramos hecho, de escribir sobre lo que necesitábamos sin que lo supiéramos, tal vez, de conversar, de escuchar—, deshebro una de las fibras y la tiro hacia ti. 

Hubo miércoles en que tus ojos estaban más grandes y asustados. En esas tardes me acordaba de la tarea pendiente, enseguida mi cursor la volvía a mover a otra celda de la agenda, para más adelante. 

Pero esos garabatos tuyos, los que se incluyeron en El bosque…, se me aparecían con frecuencia inusitada; con ellos me regresaba el deseo de contacto. 

Recuerdo una de las dudas primeras en este Lab: ¿Para qué-por qué estamos aquí? (más allá de la catálisis de H.C.). Y tu respuesta: para hacer amigos (o algo similar). 

La cínica que llevo dentro dijo: ¡Uy!, en tono burlón. 

La ingenua que también se agazapa por ahí, me reflejó ese mismo anhelo al comenzar cada semestre de clases en donde voy empatando señales que casi siempre invento. 

Una profesional del área del alma y de la mente me increpó hace poco: 

¿Cuántas veces necesitas que te mienta? 

Hasta que ya no me duela la verdad. O… 

Hasta que pierda la esperanza. O… 

Hasta que logre(mos) una sustitución, otra máscara. 

Por muchos años me salieron marcas blancas en las uñas de las manos sin que estuvieran ligadas a accidentes. 

Mi mamá me decía que eran mentiras. Así le llaman en Cuba a los puntos o líneas que decoloran el rosado más o menos homogéneo de las láminas con la que terminan los dorsos de las manos. 

Aun cuando supe que su aparición se podía deber a la falta de calcio u otro mineral, tenía la costumbre de enumerar listas mentales de los embustes que había dicho. Sabía que ella, con su intuición colosal, me atraparía. 

Después de algunos compromisos que me impuse, le he bajado a la mentira y al engaño. Me incomodan cuando soy consciente de ellos; hasta los evito. 

Otras veces, les busco pretextos relativos a las erratas; sobrevivencia, empatía. 

En medio de una crisis 25 años atrás, recordé el bello título de una película de Mijalkov, Fue leal para enemigos y para amigos traidor. Recordé con quien iba y me senté en la sala oscura y larga donde la vi por segunda vez. 

Con esa sombra recordé mi traición. Entonces decidí que aunque fuera infiel no volvería a ser desleal. 

Es un truco. 

Y no. 

Extrañando ya. 

Mina 

Nota: ¿Cómo hiciste esas ilustraciones, las de El bosque… de H.C.? ¿Digitales? Tengo esa impresión, sin embargo te evoco con un pincel chino para caligrafía, redondo, grueso y suave en la mano, esbozando ese: 

Conejo, Microscopio, Pirueta, Mano, Brocha, Ojo, Letra, 

Hombre huyendo, 

Pájaro saltando, Danza, Busto, Joroba, Cabeza, Ratones.