Sincronicidad, creo
Querida S.S.,
En los últimos años he pensado, y en ocasiones comprobado, que el mundo es en realidad muy pequeño. El agua es mi elemento favorito y creo que por ello decidí hacer mi primer acercamiento desde ahí. No sólo está en todo y en todos, sino que me parece tan impredecible que me cautiva: desde una llovizna que refresca el verano, hasta un tsunami que se lleva todo a su paso; tan delicada y tan fuerte.
Alguna vez crucé el mar, y después del jet lag me dirigí a la playa. Era invierno y ahí estaba: en la playa, con chamarra y rogando a Dios que el sol me calentara, pero no lo hizo. Viajé a otras ciudades en las que el invierno parece que se quedó atorado, y sin importar dónde, siempre me encontraba cerca de un cuerpo de agua.
En la primera ciudad que conocí, compartí mi vida con dos personas, ¿sabes qué es curioso? En la primera conversación que tuve con cada uno, los dos me contaron el mismo dato sobre ellos: trabajaron alguna vez en un parque de diversiones. Me mostraron fotos y me contaron anécdotas. Cuando lo supe, mi corazón se aceleró y mi cerebro explotó. ¿Sabrían esto el uno del otro? ¿Se (re) conocían? En todo el tiempo que pasé con ellos siempre tuve miedo de perderme el momento en que se dieran cuenta. Afortunadamente no fue así y, en nuestra última noche juntos, mientras comíamos un helado, mi favorito nos mostró fotos de aquella época y se dieron cuenta. Ambos se emocionaron e hicieron cuentas: si uno hubiera permanecido una semana más (o el otro hubiera llegado una semana antes) se habrían conocido. Por mi parte, creo que la emoción casi me ocasionó un daño cerebral y les dio risa, pensamos juntos en esa casualidad y cómo fue que llegamos cada quién a esa ciudad. ¿Cuántas veces pudimos haber conocido a alguien? ¿Son coincidencias? ¿En verdad ellos dos se tenían que conocer? Y en todo caso, ¿para qué?
Aquí dirigí la atención hacia mí, porque no sabía cómo encajaba en su pasado-presente (ahora ambos son pasado). Ellos tampoco, supusieron que quizás yo sólo era el pegamento y testigo de que esas situaciones pasan. Prometimos encontrarnos más adelante en ese parque de diversiones, pero lo cierto es que a mi partida la posibilidad de ir se me hace cada vez más distante. Yo les escribo cada tanto, parece que sí fui el pegamento y más que testigo, me siento vocera de las coincidencias.
Ahora me doy cuenta: el mar y el río, aunque contengan agua no son lo mismo, y yo a donde vaya buscaré el mar. Mi favorito llegó a esa ciudad buscando el mar, mis papás se conocieron cuando viajaron al mar, mi abuela pasó su infancia cerca del mar, mi hermana ahora vive cerca del mar, yo nací cerca del mar y tú también eres del mar…
Te abrazan las olas,
| M A L |