Metepec, Estado de México, 8 de enero, 2021
Entrañable T.
Muchas gracias por esta última carta, la descubrí el 7 de enero y la respondo tratando de ser breve. Es una carta que me intriga porque al leerla pareciera que con tu franqueza expusieras una verdad. Por otra parte, todo lo que provoque pensar es invitar a descubrir un nuevo conocimiento; eso es lo que festejé de tu carta. Dice Novalis que “El hombre añade a toda sensación otra sensación desde que comienza a pensar”.
Es difícil para cualquiera conseguir conciencia de sus pensamientos -reflejo de las percepciones de su mundo y su ser-, ¿quién quiere mostrar sus carnalidades o aquello que lo lastimó cuando niño y hoy es lo que es por sus soledades o por su desconfianza? Felicito que siendo tan joven lo hayas logrado, que tengas un pensamiento que vas aclarando cuando lo manifiestas y lo ves reflejado en la escritura, donde expones tu pensamiento, más que a otros, a ti misma. Cuando escribes, pones de manifiesto el mundo que construyes, en este caso, el mundo honesto que quieres para ti. Si te das cuenta, la honestidad en el orden de los valores está por encima de la verdad, porque la verdad es la percepción del mundo del que mira. Yo no sé si haya verdades, lo que veo son percepciones, formas de pensar. Hay quien piensa que viajando amplía su lenguaje, Wittgenstein se refería más bien a estar presentes y vivir en el mundo. Hay quienes viven, pero no están presentes, siempre están ausentes.
Pensar es liberarse del orden establecido, aunque desde mi punto de vista, los cínicos griegos pensaban que se habían liberado de las cosas materiales, lo que a ellos le seguía pesando era el mundo, aun cuando en su mundo reflejaran insolencia. Vivían para pensar cómo contravenir las normas y justo allí se hacían esclavos de otros pensamientos. En conclusión, creo que todos tenemos la necesidad de sentir la sensación de sabernos libres y, cuando se trata de expresar la libertad a través del pensamiento, nos sentimos mejor con nosotros mismos; por eso creo que la verdad nos la contamos a nosotros mismos.
En algún lado leí hace tiempo que los cínicos se reunían en el cinosargo, que quiere decir perro blanco y veloz, era un gimnasio que se encontraba a las afueras de la ciudad, muy simbólico porque daban a entender que se mantenían al margen de la norma. Se desconfiaba de ellos por su franqueza, honestidad, irreverencia y excentricidad.
Por la manera de expresar tu pensamiento eres una parrhesía, que es el hablar franco característico de los cínicos, pero para nada te me haces excéntrica, contestataria e irreverente. En los tiempos de Demóstenes los cínicos expresaban su pensamiento a través de discursos que resultaban ser mecanismos que defendían la verdad, la actitud de las personas que se sienten libres para tomar ese riesgo. Lo que tu carta refleja es que asumes los riesgos al expresar tu propio pensamiento.
Tus cartas me llevaron a descubrir a una persona sensible, atenta y presente en el mundo. Tu realidad la has asumido con todos sus dolores. ¿Sabes? Resuena una y otra vez la frase que mencionaste en más de una ocasión en el seminario: “No se puede tener todo en el mundo”; pero, ¿qué más quieres de la vida si el regalo más valioso es tener claridad en las ideas y tú la tienes?
Me quedo con la fortuna de haber encontrado a una cínica que se arriesga a decir la verdad, que tiene el coraje de defenderla y la valentía de revelar sus propios pensamientos y palabras, principio de la autarquía.
Respecto al comentario que haces de que a ti no se te da la ficción te diré, no sé si a mí se me dé, reconozco que soy atrevida y que más que la ficción, juego con las fugas, las invasiones, y a hacer territorios con el pensamiento.
Gracias por tu carta, me siento afortunada.
Que el 2021 sea un año de mayores riesgos…
M.