¡Me agrada que coincidamos en el gusto por el idioma portugués! Para mí, esa lengua además de cachonda y sensual, como mencionas, es también dulce y graciosa, y con una cadencia musical que aún no logro proyectar cuando hablo. Soy estudiante del quinto semestre de esa lengua. Supongo que tu portugués es más avanzado, como las ganas que imprimiste al decidir viajar a Brasil para estudiar y disfrutar de su cultura.
Yo he visitado la tierra carioca en repetidas ocasiones. En São Paulo encontré un “tepito carioca” (brass) y me fascinaba comprar para revender en México. Eso fue en el 2005, cuando los mallones de ropa deportiva, pantalones de mezclilla y bikinis brasileños eran más conocidos en México que Camões. Bajo ese pretexto viajaba con frecuencia. En mi equipaje llevaba siempre mil dólares distribuidos en bolsas de papas, calcetines, brassieres y frascos de medicina vacíos. Buscaba hostales en el centro de diferentes ciudades como pretexto para no repetir el destino anterior (uno por viaje) y para encontrar mercancía redituable. Conocí varios tianguis y sentí la adrenalina de escabullirse entre los vendedores de bolsas de imitación y los clientes locales (para evitar ser víctima de un asalto), y pude ver la magia de muchos sitios diferentes a los turísticos.
De Paraty, por ejemplo, me impactó ver cómo se inundaban las calles con el crecimiento del mar. Me contagié de la energía de la gente que bailaba en los conciertos en Bahía. Me ilustré en los museos y barrios peligrosos de São Paulo. Constaté cómo eran los paisajes de postal de las películas de Río de Janeiro. Fue la comida y la amabilidad de la gente lo que me hizo regresar una y otra vez, hasta que me detuvo la devaluación del peso pues la conversión de los reales ya no era tan costeable. Conservo como suvenir la ilusión de volver a las cataratas de Iguazú para robarle algo de su inusitada fuerza nuevamente.
Respondiendo a la pregunta sobre si clasifico mi vida en momentos… Sí, un tiempo los clasifiqué por periodos de siete años. Era como si mi vida se hubiese desarrollado en un trayecto geográfico en ciclos de siete y hubiese recorrido un triángulo isósceles en mis desplazamientos y cambios de residencia en el mapa de la República, (Tijuana-Ciudad Juárez -Distrito Federal). La ventaja de haber vivido en la capital es que te regala la agudeza y la agilidad para viajar a cualquier país. Logras descifrar otras urbes, evitar sus peligros y desplazarte hasta dominar el transporte local o el metro.
Yessica, me despido. Te comento que escribes de manera talentosa y que se notan tus cualidades como guionista al narrar los sitios y las actividades con tanta sensibilidad e imágenes descriptivas.
Gracias una vez más.