De Ó. para M.E.

28/ 05/ 21 

Dulcísima María: 

Han pasado 7 años desde que mi MM, la madre de mi madre, falleció. Para mí fue una figura complicada de entender, porque lo poco que sabía de su vida estuvo plagado de muchos matices que resultaban ser puzles difíciles de resolver. 

En aquel entonces, obviamente, yo era más joven (17 años), y mi vida parecía una línea recta e inflexible que no tenía ningún defecto y que no echaba raíces para no involucrarme en situaciones ajenas. Podría decir que todo era de A a B, en ocasiones de B a C, o de C a D. No había nada que me sacara de mi confort y ventaja hasta que mi MM falleció. La quería demasiado. Ella estaba enferma, debilitada y sé que pensaba muchas cosas de las cuales no tengo tanto conocimiento. Sé que pensaba muchas cosas, pero no sé cómo las pensaba o hasta dónde las pensaba. 

Mi salida de la burbuja de comodidad no la ocasionó el fallecimiento de mi abuela, sino la tristeza de mi madre. Pude sentir, en aquel momento, el poder, pero lo peor de todo es que pude verlo también por un instante. Ese poder del que te hablo, M., se escondió detrás de toda la escena lúgubre combinada con lamentos, y pude verlo y sentirlo. Ahora lo imagino como si algo te dirigiera hacia ti mismo mientras detiene tus hombros. 

A mi MM no le gustaba ser fotografiada, porque decía que su alma se perdía. Bueno, eso nunca lo escuché salir de su boca; mi madre me lo contó hace mucho tiempo. Claro, hay fotos de ella, pero siempre aparece con una mirada vacía y sin expresión. Cada vez que veo sus fotos me doy cuenta de que ella también, antes, durante y después de tomar las fotos, sentía y veía ese sometimiento. Creo que igualmente odiaba las fotos porque le faltaban los hijos que se corrompieron y se perdieron. Ella no estaba completa en esas fotos. 

Por alguna razón, siempre relaciono el poder con el poseer, y vaya que tienen relación, ¿verdad? Me gusta mucho esa asociación. Siempre he amado el control (dominio, poder, o como gustes llamarlo) en situaciones imaginarias, pero me pregunto si el poder imaginario tiene la misma repercusión que el poder fuera de mí o de nosotros. Por ejemplo, ¿qué diferencia hay entre imaginar que poseo algo y realmente poseerlo? O ¿por qué me siento tan bien al imaginar que poseo, domino o ejerzo poder sobre algo? ¿Alguna vez te ha pasado? Quizá estas preguntas puedan parecer naderías, pero son cuestiones que deben surgir sin retenerlas. 

¿Alguna vez ha pintado? Me gustaría saber, porque ahí no sabemos si nosotros somos los que ejercemos dominio o somos los usados. Tal vez esa idea abstracta en nuestra mente es la que nos usa de forma tan discreta que no nos damos cuenta, o probablemente ejerce su poder con tal violencia que lo notamos, pero nos convertimos en una especie de masoquistas porque nos encanta ese dominio intelectual. No lo sé, quizá solo estoy imaginando temas sin sentido. 

Siempre he sido fanático de la historia, pero generalmente siempre me interesó por los sucesos locales e íntimos. Es fascinante cómo todo está atado al pasado, por ejemplo: una obra de arte es un algo del presente que tiene un pasado, y ese pasado, aunque obviamente ya no tiene una presencia, ejerce poder sobre ella. 

O.