De S. para P.

S.

Ciudad de México, 26 de septiembre, 2020. 

“Año del encierro”

Estimado P.,  

Qué gusto poder escribirte desde otro ámbito que no sea el del trabajo. Espero que mi letra sea clara, la verdad estoy muy cansada de estar frente a la computadora y por estos días estoy extrañando mucho la sensación del papel; de hecho, me hace muy feliz tener la pluma en la mano y ver cómo van apareciendo las letras sobre el papel cada vez que mi mano avanza. ¡Es una sensación rara! ¡De sorpresa!

Pensando en el amor, he recordado una meditación budista y de pronto has llegado tú a mi mente, es por eso qué decidí escribirte. Esta meditación se llama Metta Bhavana y se traduce como Amor incondicional, INCONDICIONAL, ¿puedes creerlo? Esto quiere decir que formulas pensamientos positivos de manera incondicional, sin importar si conoces o no a la otra persona. Es una meditación interesante. Comienzas por ti, ¡sí, por ti mismo! Te tomas cinco minutos para desear que seas feliz, que seas una persona sana, que “tu corazón tenga lo que realmente necesita”; esta frase me gusta mucho porque te lleva a cuestionar “la necesidad” desde otro lugar: ¿qué necesita el corazón? Es una pregunta complicada puesto que nunca pensamos nuestras necesidades desde este órgano vital. Yo, desde hace tiempo, me detengo a pensar desde el corazón. 

Pero déjame regresar al tema. Al final deseas no sufrir mucho y poder trascender en otras vidas, ya ves que los budistas piensan que reencarnaremos en otras personas o en animales (en perros o patos, quizás) o en plantas, dependiendo de nuestros actos en esta vida: causa-efecto

Después te das tiempo para evocar a otras personas a quienes debes dirigir buenos pensamientos. Puede ser una persona que apenas conoces, de la que sabes de su existencia, pero con la que no tienes ningún tipo de relación; es por esto que llegaste a mi mente. Deseo que seas un hombre sano, que seas feliz, que tu corazón tenga lo que realmente necesitas, que sufras muy poco para que puedas evolucionar y dejes de cargar emociones innecesarias. 

Otro momento sorprendente de esta meditación es el de dirigir buenos pensamientos hacia una persona que te ha hecho daño o con la que estás molesta, es complicado, ¿no crees? Desear cosas positivas a alguien que te ha herido. Ojalá puedas contestarme qué piensas sobre este punto. Estamos tan acostumbrados a odiar al otro que este tema me interesa. 

Te preguntarás cuánto tiempo hay que invertir en esta meditación. Cada persona a la que se dedica la meditación toma cinco minutos y es en este orden: primero a uno mismo, luego a un/a buen amigo o amiga, a alguien que apenas conoces, a alguien con quien tienes problemas, y por último, deseas amor a todo el mundo, personas, animales, plantas, seres de otras dimensiones, etc. En total son veinticinco minutos. No es mucho tiempo, ¿verdad?, tomarte sólo VEINTICINCO minutos al día para meditar en el amor; en realidad es muy poco si pensamos en la edad del universo. 

¿Qué te parece, querido Pedro? 

Deseo que tu día sea leve, si es que tienes mucho trabajo. Yo comenzaré a hacer los deberes para atender a la familia y seguir trabajando. 

Te mando un abrazo. 

S.

P. d. ¡Me gusta pensar en el amor como un sentimiento que no tiene dueño, nos pertenece

a TODOS!