De T. para R.

Toluca, México, 28 de octubre, 2020.

R:

Lo que me más me gusta de la poesía es su capacidad de causarme envidia. Creo que eso me pasa con tu carta. Admiro tu claridad y tu decir como si nada. Como si caminaras por una ruta conocida sin mucha preocupación, pero de forma contundente. Me gusta que ese camino no lleve al lugar común.

Después pienso… tal vez el mejor lugar para hablar del amor sí es el lugar común. Ahí estamos a salvo, no necesitamos pensar en nuestro propio amor, ahí no nos debatimos, no nos contradecimos, ahí somos todos y ninguno. Nos balanceamos en la red que todos tejemos para fingir que el amor es algo que nos sucede a todos del mismo modo.

Tú lo dices bien, el amor es abismo y sólo cada uno sabe cómo es su abismo. Entonces… ¿cuál es el sentido de hablar del amor?, ¿de qué hablamos realmente cuando hablamos de eso?, ¿por qué lo necesitamos?… ¿lo necesitamos?

Tal vez lo hacemos porque el amor es siempre una buena coartada, un buen escudo, un pretexto incuestionable, desde ahí se puede construir lo que sea, cualquier cosa es válida, todo es comprensible, todo tiene perdón. Así, el amor nos libra de pensar, de cuestionaros, de mirar para adentro. De llamar a las cosas por su nombre. En su nombre todo es posible.

Eso es lo que veo en las cartas de Ilana, el uso de ese escudo, la mascarada. Para mí, ella es una mujer más aburrida que apasionada o enamorada. Mueve fichas en tu tablero e intenta que los demás entren al juego, empuja en los límites de los otros.

Me cuestiono si en realidad no la veo desde mis prejuicios, no lo sé. La infidelidad es algo que se ha contado tantas veces y yo creo que no la juzgo por eso. O tal vez sí, es decir, no juzgo sus hechos, pero sí su discurso que percibo como contradictorio. Tal vez lo que me molesta, por el momento, es sentir su imagen incompleta, ver sólo una combinación desconcertante de cinismo y lo que se pretende proyectar como sufrimiento.

A los demás los veo menos, me provocan menos. Ya casi todos han entrado en el juego.

Hoy me siento especialmente inútil para escribir, tal vez se la cercanía de la sesión y sentir que el tiempo se me vino encima. Pero antes de despedirme quisiera proponerte un tema. En las primeras notas que hacía para esta carta (hace algunos días) me preguntaba: ¿de dónde viene el despecho?, ¿del desamor del otro o del desamor de uno mismo? Ahora no recuerdo por qué lo escribí específicamente, creo que estaba pensando en Ilana y en su posible actuación desde ahí. Ahora no lo veo tan claro, pero las preguntas me siguen gustando para pensarlas y discutirlas.

Antes de despedirme quiero agradecer tu carta. Fue muy disfrutable, me gusta su abstracción, aunque tú digas que no eres buena para abstraer, a mi esa carta me parece todo lo contrario.

Sigamos tendiendo hilos…

T.