De Z. para A.

Mexicali, Baja California, 10 de noviembre, 2020

A.:

Soñadora, fantasiosa, irreal, increíble, entre otros adjetivos que me han impuesto por vivir y llevar mi vida sin enfocarme en lo roto, en lo serio, en lo monótono, sino al contrario destacando el amor, el buen trato, la luz, los instantes y miles de oportunidades de entender que cada despertar es un nuevo renacer y la certeza de ver lo bueno en todo.

Antes de dormir, acostumbro escuchar un podcast de esos que dice mi marido que son “cocowash” y precisamente anoche hablaron de las personas tóxicas. Durante 20 minutos desmenuzaron el tema y terminó con consejos de cómo tratar a estas personas. Para mí es mucho más simple, es decir, hay personas que te provocan frustración, caos o negatividad, que dedican su tiempo a la queja o a la justificación y de ellas hay que huir, alejarse de inmediato. Hay otro tipo de personas de las que hay que rodearse y no apartarse, son aquellas que te aportan sólo con verlas, hablarles, tocarlas e incluso amarlas. Yo procuro siempre estar en contacto con el segundo tipo, aunque es inevitable toparnos con los primeros. Es fantástica la libertad utilizándola a nuestro favor.

Mi rutina diaria es bastante ordinaria y radica en tareas simples como los quehaceres del hogar, preparar y dar algunas clases, ejercitarme y aprovechar cuando mi hombre está en casa para conversar con él; no sé si lo conoces, pero no hay tema del cual no logre darte una cátedra y, si no lo conoce o domina, dale un par de días y se convierte en experto. Su voz es única, sus frases reflexivas y sarcasmos hacen de una charla breve una lección de vida. ¡Me encanta!

Te cuento todo eso porque creo en el Amor en todas sus etapas. Desde el cortejo, el noviazgo y el compromiso, hasta una relación madura de años en la cual ambas partes deciden que su matrimonio siga. No creo en los amores de cuento, esos de vivir felices por siempre. Es necesario el tropiezo, la discusión y el pensar distinto para darle sazón a una relación. Reconocer que cada persona trae consigo una maleta de costumbres, apegos y modos a los que hay que adaptarse y combinar cuando se da el paso de vivir unidos. Y mira que hay maletas llenas de traumas, conflictos emocionales y vicios que son dificilísimos. Siempre me mentalizo y centro en todos sus dones, talentos, virtudes y aciertos, y desenfoco o borro lo que no me agrada.

Cierro esta carta con la idea de que el ser buena persona no se hace porque vayas a ser premiado, o para que la gente te pague por ello, para buscar aprobación o sentido de pertenencia; sino porque tú mismo decides vivir sin conflictos, exaltando lo ordinario para que llegue a ser extraordinario y se es bueno en la medida en que se conoce la maldad. ¡Iniciemos por elogiar la vida simple, un café, una sonrisa, un beso, y pronto tendremos una habilidad interna capaz de tornar lo gris en plata!

Saludos,

Z.