De Z. para R.

Mexicali B.C. 19 de Octubre, 2020

Estimado R:

Estridente, ¡así es el amor! ¿No lo crees?

Justo ayer pensaba en lo maravilloso que suena una melodía y en cómo se compone de distintas notas que en su conjunto dan cabida a un sinfín de sonidos agudos, graves o medios, provocando emociones tan distintas entre la audiencia y aun en el propio interprete. Del mismo modo, entre las parejas se compone una majestuosa sinfonía, donde cada vivencia va emitiendo una tonalidad dentro de la partitura de la relación, es necesario escuchar los tonos para determinar si hay que sustituirla o bien mantenerla y ampliarla para lograr una pieza sublime en el concierto de la vida.

Qué disparates se me ocurren, ¿verdad? No sé nada de música, en ese tema tú eres el experto, pero de verdad disfruto escuchar temas de distintos estilos musicales que evocan emociones, como alegría, nostalgia, tristeza, rabia, incertidumbre y otros sentimientos que de igual manera experimento al amar, al decidir cada día seguir junto al hombre hace que mi vida sea una serenata perpetua; sí, decirlo de esta forma es cursi, romántico o incluso increíble, pero yo así lo vivo.

Inicié esta carta con una afirmación, digo que el amor es estridente, por lo menos así decido yo calificar con un adjetivo mi relación: ruidosa, chirriante, que retumba, estrepitosa o bien molestamente llamativa; así lo amplío para matizar el término. Y tú, nuestro querido amigo Romo, puedes corroborar desde tu experiencia personal (dejando de lado en esta ocasión tu tan prestigiada carrera profesional) lo estridente que resulta una sólida relación amorosa.

Habrá quien en su afán por argumentar el aspecto semántico de la palabra “estridente” dirá que la connotación de dicho vocablo es negativa, pues alude a algo o a alguien que causa un ruido desesperante o chillón. Sin embargo yo, que lo califico así, te explicaré a un nivel pragmático mis razones y terminarás por darme la razón o incluso por ponerlo en circulación entre tus conocidos.

Primero afirmo que el amor es ruidoso, sumamente estridente, cuando lo sientes quieres gritarlo, que retumbe en todas partes, existe una sensación estrepitosa de darse uno al otro, de llamar la atención de tu pareja, de hacerte notar y ser molestamente cursi para agradar al otro. ¿Lo ves?, ahora queda claro por qué una relación amorosa es estridente desde su visión como constructo social. Diré también que al hablar de un amor estridente hablo desde la idea de una relación donde cada uno se conduce haciendo sus ruidos y, quien escucha estos ruidos que son chirriantes, los traduce en motivos para admirar y permanecer con el otro. Yo amo su voz, sus palabras, sus ideas y aun sus contradicciones, pues precisamente nuestro amor estridente nos permite replantear y modificar aquellos ruidosos que retumban y rompen con nuestra armonía.

Al mencionar que un amor es estridente complemento mi afirmación hablando de los referentes de cada persona y cómo, al ir homologando una relación sólida, lo que a una de las partes le resulta válido o permitido produce un estridente sonido para el otro que rompe con la armonía; es tarea de ambas partes lograr que ese ruido estrepitoso no desquicie a ninguno. Esta es la parte más compleja del amor, pues efectivamente el ruido puede ser insoportable y romper con la armonía; sin embargo, la voluntad es pieza clave en el tema del amor estridente ya que habrá que aprender a ver notas armónicas donde el otro escucha chillidos.

Cierro esta carta con una última aseveración que, después de 12 años, me permite renovar mi decisión de amar al hombre más estridente de mi mundo. Lo cierto es que el sonido es sólo eso, una vibración emitida por algo o alguien y este no tiene conciencia o decisión de ser estridente hasta que su receptor así lo define… tú decides quién resuena ruidosamente en tu vida.

Hasta pronto, 

Z.