De A. para C.
Querida C.: No estaba segura de contestar tu carta, tenía miedo de volverme predecible, de darle poder a la obviedad. Pero aquí estoy, escribiéndote porque soy igual de terca que tú, porque creo que nadie tiene derecho a decirle al otro qué puede o no puede hacer. ¿Te das cuenta del poder de la palabra? …